Jenn Díaz

Principal de los Libros. Barcelona, 2011. 157 páginas, 17 euros

¿Son el amor y la ficción las dos únicas escapatorias? Eso parece preguntarse la jovencísima filóloga barcelonesa Jenn Díaz (1988) en esta primera novela, en cuyas páginas traza una sugerente reflexión sobre el paso del tiempo, el aburrimiento, el sentido de la existencia y la búsqueda de escapatorias, a la vez que rinde homenaje a lo sencillo, lo pequeño y ensimismado, a través de esa sabiduría ancestral y campesina que tan común resulta en los pequeños pueblos ibéricos. No puede dejar de sonar para el lector, asimismo, el eco de otras comunidades ficticias, donde la hipérbole y la poesía es norma de conducta, de Macondo a Comala, con una buena temporada en el Castroforte del Baralla, de Torrente Ballester y La saga / fuga de JB.



Los habitantes de Belfondo están tan desahuciados que sólo poseen el patrimonio de la ficción. Para ellos las historias son alimento diario. Las explica el tabernero, las inventa el enterrador a golpe de epitafio y las recrea la prostituta, a veces olvidando su verdadero oficio, o enriqueciéndolo con otro que, al fin y al cabo, se le parece mucho. Y es que en Bendolfo todo es tan grotesco que parece falso. Por eso allí Dios es una mujer de carne y huesos y por eso allí, casi siempre, el amor es una invención. Y la ficción, como siempre ocurre cuando nos adentramos en el terreno de lo popular, de lo legendario, sirve, sobre todo, para acallar dudas y responder preguntas. La trama está llena de ellas.



Merece esta novela no caer en saco roto. Sus historias trenzadas, la seductora verosimilitud de sus personajes, su ritmo, su originalidad, el dramatismo bien medido, el gusto por lo anecdótico… sumados a la arrolladora juventud de su autora, convierten este debut en toda una promesa de futuro y una excelente noticia para los lectores.