Rodrigo Rey Rosa. Foto: Antonio Moreno

Premio Ciudad de Salamanca. Alfaguara. Madrid 2011. 112 páginas, 16 euros

Con Severina, nueva novela del guatemalteco Rodrigo Rey Rosa (Ciudad de Guatemala, 1958) confirma el autor centroamericano que resulta mucho más sólido y convincente cuando vuelca su energía y talento en una narración clásica que cuando se entrega a experimentos de supuesta disolución del yo narrativo. Severina tiene, de antemano, menos pretensiones argumentales y estilístico-renovadoras que su anterior trabajo (El material humano), y, sin embargo, acaba resultando a la postre un texto con menos fisuras e irregularidades, compacto y bien contado. Podría decirse que Severina es poco más que el buen desarrollo de una trama ligera, casi anecdótica: las tribulaciones de un librero (melancólico aspirante a escritor) y una atractiva y culta ladrona de libros (Ana Severina) que le trae de cabeza con sus apariciones y desapariciones, una historia menor pero contada con gran maestría, que el autor define como "un delirio amoroso" e incluso (página 94) como una "historia disparatada".



Lo es, y mucho, pues Rey Rosa se lanza por la pendiente del "impulso libresco" (página 32) sin temor a forzar lo inverosímil, especialmente a partir de la enfermedad del misterioso anciano Otto Blanco. Por mucho que los personajes parezcan desafiar la lógica o el sentido común, o acudan a su cabeza pensamientos sublimes en los momentos más duros e inesperados (meditaciones sobre el infinito o sobre "la esencia extratemporal de nuestra vida"), el texto, como tal, funciona, seduce, y no se resiente en cuanto al interés. Qué librero, salvo en las febriles páginas de Rey Rosa, se atrevería a afirmar que "el simple intercambio de dinero por libros había comenzado a parecerle un negocio inelegante" (página 80).



Sin duda concurren muchos factores para sacar adelante esta narración. Mucho tiene que ver en ello la sucesión de diálogos ágiles, naturales y repletos de gracia y coloquialismos, la medida carga de erotismo entre ambos personajes y un sentido del humor que Rey Rosa muestra en frases como la que sigue: "Los poetas de ojos azules llegaron: siete jóvenes, tres de un sexo, tres del otro y uno de ambos".



Se trata de una novela realmente breve, un centenar de páginas en las que exhibe lo mejor de una concentración narrativa que ha cultivado desde aquellos primeros "poemas en prosa" de sus textos iniciales, que Paul Bowles apreció, tradujo y difundió en el mundo anglosajón. A su vez, Rodrigo Rey Rosa tradujo al español algunas de las obras del estadounidense. Aunque no tan profusamente como en otras ocasiones, hay lugar en la novela para alguna referencia al violento pasado de su país. En más de una ocasión ha declarado el autor guatemalteco que, dada su experiencia vital, no concibe una literatura lírica ajena al asunto nuclear de la violencia.



Otra constante que comparte Severina con el grueso de la obra de Rey Rosa es el abundante recurso a los sueños del protagonista y el marcado trasfondo del magisterio de Borges en una intriga libresca donde los libros vienen y van marcando avances, retrocesos y tendencias dominantes en mapas sólo imaginarios y apenas perceptibles por esforzadas minorías. El relato de la pasión amorosa entre los personajes centrales gira en la parte final hacia lo fantástico y hacia la crónica negra, asesinato incluido.