Antonio Luque. Foto: Begoña Rivas

El Aleph. Barcelona, 2012. 512 páginas, 20'90 euros

El músico Antonio Luque (Sevilla, 1970) ha tenido amplio éxito al frente de Sr. Chinarro. Alaban los conocedores, entre quienes no me encuentro, la calidad de las letras de la banda, debidas al propio Luque, y aprecian en ellas originalidad y un fondo transgresor. De ser así -y no lo dudo, pues esos valores se aprecian en algunas pocas canciones suyas que he escuchado-, ahí estaría la raíz de su dedicación tardía a la literatura, que llega ahora con algunos cuentos y con la novela Exitus. En efecto, ánimo transgresor y creatividad también constituyen los fundamentos de esta gruesa y desesperanzada crónica de actualidad.



Exitus acumula al comienzo un generoso número de calamidades. José, repartidor en una fábrica de cerveza operado de laringectomía y padre de Pepito, el protagonista, muere al provocar una explosión de gas que destruye por completo su vivienda. El hijo sufre un accidente que casi le desnuca. En la fábrica se produce una aparatosa explosión por un escape de amoniaco. El resto de la novela añade nuevas tragedias, como el suicidio de Margarita, la joven y hermosa vecina de la que Pepito está enamorado, y cantidad considerable de violencias. Esta visión catastrofista de la vida se inserta en un contexto urbano preciso, un barrio marginal de una ciudad grande representado por múltiples personajes: un camello, un proxeneta, okupas, yonquis, y otras gentes nada ejemplares, entre estas la madre gritona que abandona al protagonista. Porquería, mugre, droga, alcohol, desaliento, pobreza, frustración... rodean a Pepito, que claudica de sus estudios de Empresariales a los pocos días de empezarlos, logra un trabajo de guarda que enseguida abandona y comienza el duro aprendizaje del mundo en medio de una confusión mental absoluta. El argumento sirve de base, por tanto, para una novela de maduración que abarca lo moral, lo sexual, lo sentimental y lo laboral y que se inserta dentro del barojiano modelo hispánico de la lucha por la vida.



Los 19 años de Pepito son el punto de partida para el descubrimiento amplio de la realidad que Luque organiza en torno a un doble eje. Por una parte, la novela tiene dimensión existencial. Una línea temática gira en torno al proyectado viaje del chico a Estados Unidos, donde su madre se ha casado de nuevo. No hará tal viaje porque la suya es una vida abocada al fracaso y la autodestrucción. Por otra, apunta objetivos de crítica social y se centra en un testimonialismo socio laboral con apuntes sobre la crisis económica, los jubilados pobres, la especulación o la manipulación televisiva cercano a la literatura comprometida y de denuncia.



La ideación literaria fundamental de Antonio Luque tiene un fuerte sostén costumbrista. Sin embargo, lo encubre con recursos verbales (llamar "Andasulía" al escenario a la vez genérico y alusivo) y con una fuerte imaginería onírica y visionaria. Lo real tiende a la farsa y lo grotesco. De este modo se alcanza dimensión creativa en una novela de drogas, delincuencia, sexo, juventud enajenada y música rock. El empeño está bastante logrado, aunque adolece de prolijidad. Exitus necesitaría mayor concentración, y peca de un exceso de anécdotas. Resulta una historia en el fondo más repetitiva que intensa y ello se debe a un desajuste en la apreciación del autor, el buscar que su revulsivo asunto central adquiriera una representatividad completa por medio de la acumulación de peripecias.