Sonsoles Fernández de Córdoba
En una nota final, Sonsoles Fernández de Córdoba (Madrid, 1952) declara su admiración por Joaquín Pérez Salas, figura central del libro. Fue, en efecto, un coronel republicano que se mantuvo fiel a sus principios y acabó fusilado por el bando vencedor en 1939. Escribe la autora: "Los protagonistas existieron y los hechos son reales. Sólo es ficción la historia de amor. Esta novela es Historia con mayúscula". Ahora bien: el asunto amoroso es medular en la obra y, como siempre que se mezclan ficción y realidad, la ficción, como en los Episodios Nacionales galdosianos o en las novelas del Ruedo Ibérico, lo fagocita todo, lo ficcionaliza. Quien desee conocer la vida del coronel Pérez Salas deberá acudir a la temprana semblanza de Gabriel García Maroto (1937), a la más reciente de María Teresa Suero o al libro de Laura López Romero (2003).Mientras tanto, el lector puede leer legítimamente En la soledad y en la guerra como una novela, aunque en ella actúen algunos personajes que tuvieron existencia real y el marco histórico -que abarca desde la dictadura de Primo de Rivera hasta el final de la guerra civil- esté constituido por hechos ciertos y comprobados, incluso en la reproducción literal de algunas frases de Queipo de Llano. La historicidad del texto radica en los múltiples detalles de la vida en Madrid, sobre todo desde la proclamación de la Segunda República hasta los años de la guerraLa novela es la crónica escrita para paliar la melancolía y la desesperanza -según consejo médico- por Isabel, hija y hermana de militares monárquicos, que entabla relaciones -cada vez más difíciles y a distancia- con Joaquín, el prestigioso jefe de artillería que luchó en el bando republicano hasta el final. Esta historia de un amor que nunca llega a completarse, estorbado por los vaivenes de la guerra, es el motivo conductor de la novela.
Pero la autora ha puesto especial interés en ir detallando los diversos episodios esenciales de la vida pública que acompañan el proceso sentimental de Isabel: la brutal violencia callejera, la ocupación de domicilios, el encarcelamiento indiscriminado ante la pasividad de un gobierno débil y amedrentado por la situación, la creación de los 'tribunales populares' y de las 'milicias de vigilancia de la retaguardia', con carta blanca para disponer de vida y hacienda de cualquier ciudadano tachado de 'fascista', la ayuda prestada por algunas embajadas a personas en peligro. La evocación del Madrid de 1936 a 1939, objeto de duras pinceladas incluso por parte de autores como Baroja, vuelve a recordarnos hasta dónde pueden llegar el fanatismo y el afán de venganza. Hay que decir, además, que no existe encono en esta rememoración, sino una notable objetividad, una sencillez narrativa y una limpieza de escritura propias de quien cuenta su vida -desde sus personales circunstancias, claro está- sin más pretensión que fijar los recuerdos. Para quienes desconocen la historia y no identifican los inquietantes tics que a veces la repiten, la lectura de estas páginas puede ser una excelente ayuda.