Evelio Rosero. Foto Archivo

Tusquets. Barcelona, 2014. 168 páginas, 15 euros

Mucho se ha especulado desde 1978 acerca de las oscuras circunstancias del fallecimiento del Papa Juan Pablo I, Albino Luciani, cuyo pontificado duró sólo treinta y tres días. El colombiano Evelio Rosero (Bogotá, 1958) no duda de su asesinato ("solución siciliana") para poner freno a sus excesos renovadores y al inminente castigo de la estafa financiera en la Banca Vaticana llevada a cabo por el arzobispo Marcinkus y los financieros Calvi y Sindona. Plegaria por un Papa envenenado es una novela coral con aires de tragedia griega, donde las voces de las prostitutas de Venecia (videntes Magdalenas), aliadas del pontífice, lamentan y avisan del destino que acecha a un pontífice humilde y honrado que luchó contra la corrupción ya en sus años de Patriarca de Venecia (desde 1969) y Obispo de la diócesis de Vittorio Veneto (1962). Ahí se remonta Evelio Rosero, con una plegaria que es homenaje poético y entonado al sacerdote íntegro.



Nos sumerge en la lucha y frustración del prelado frente a estafas económicas continuadas y tratos oscuros, incluidas orgías sexuales del alto clero y reuniones de mafiosos. Asistimos a sus años de formación teológico-literaria y a su faceta de catequista hondo. Rosero denuncia las trabas que sufrió y la campaña interna de desprestigio público desde su nombramiento como cabeza de la Iglesia. Su propósito de expulsar, como Jesucristo, a los "mercaderes del templo" y evitar la "inmunidad eclesiástica", le hizo pagar un terrible peaje, de ahí este homenaje a un gran hombre deliberadamente olvidado. Buena parte de las reformas y nuevas actitudes del actual Papa Francisco, estaban ya en las maneras llanas de aquel último papa italiano, en su ideario cercenado en aquel amargo septiembre.



Marcinkus (antiguo guardaespaldas de Pablo VI) se presenta como un ser diabólico, y la crítica se extiende a Woityla y su entorno: boicoteadores de la investigación de la muerte del predecesor y de sus reformas y destituciones fulminantes. Por desgracia, una vez narrado con viveza el asesinato, se enreda Evelio Rosero en 50 páginas post-mortem de larga visita del pontífice a los infiernos, donde padece visiones, tentaciones y desvaríos, y dialoga con prostitutas, escritores y músicos, que lo advierten de la inutilidad de creer en Dios. El texto se ralentiza y enfría, y el lector se pierde y desorienta, perplejo como el ex Papa en un inmerecido averno.