Ángela Vallvey. Foto: Santi Cogolludo

Destino. Barcelona, 2014. 512 páginas, 18,90 euros. Ebook: 9,99 euros

Son significativos los detalles que miman esta novela. Desde el título -Mientras los demás bailan-, una sucesión de seductores guiños conducen la mirada hacia un despliegue escénico cuidado en todos los pormenores: planos constructivos, rigor documental, esmerada ambientación, personajes que logran adueñarse del interés del lector,... Se trata de una novela de época, terreno hollado en innumerables historias, pero en esta ocasión el enfoque renueva su atractivo. Estamos en el Madrid de la posguerra, entre 1945 y 1948, en el marco de una España que teje su destino tras los desgarros de la II Guerra Mundial. Cuenta, por tanto, el contexto político del momento, pero no es ese el objetivo. Su intención lleva el acento al mundo social, a la recreación de mentalidades, usos y costumbres de las mujeres que lo habitaron. De acuerdo con eso el tono elegido es el de una crónica sentimental, colorista y costumbrista, que ni reabre brechas ni provoca acidez. Se concentra en el placer de brindar un dibujo convincente sobre aquella realidad, envuelto en una historia que seduce y entretiene. Solo dos objeciones, difíciles de esquivar para quien acomete tan loable empeño: predomina la descripción sobre la narración, (efecto del inmenso esfuerzo documental), y el final de la trama… es algo precipitado.



Esta la forjan dos planos dominados por dos mujeres: en Madrid, Isabel, joven representante del bienestar y la opulencia de la clase dominante, obligada por su hermano a casarse para encubrir un embarazo no deseado. Recluida después en una finca familiar, hasta que dé a luz. Allí le sirve Adelia, una jovencita de 15 años que encarna el mundo rural, la pobreza, el universo de las que sirven a las señoritas. Su espíritu soñador le lleva a poner un anuncio en la sección de contactos de una conocida revista de moda. La respuesta no tardará en llegar, pero es parte del enredo que sostiene la trama, y no diremos más (salvo que da entrada a uno de los personajes mejor perfilados: José Padilla, el redactor de la revista).



Isabel y Adelia luchan por ser protagonistas de la vida que quisieran tener. Cada una con sus armas, contra sus pesadumbres y contrariedades: una dibuja maniquíes para casas de alta costura y pugna por ser dueña de su mundo afectivo; la otra teje su ajuar (y con él su futuro) y escribe cartas, a su "contacto" y a su madrina. La realidad la cubren noticias de una Europa cambiante de la que llegan ecos por radio y prensa; la publicidad pugna por encontrar sitio en las revistas; el teléfono acerca distancias. Con semejante propuesta, pensarán muchos, la solvencia narrativa de Ángela Vallvey (Ciudad Real, 1964) está más que justificada.