Image: Los soles de Amalfi

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Novela

Los soles de Amalfi

Dasso Saldívar

25 julio, 2014 02:00

Dasso Saldívar

Navona editorial. Barcelona, 2014. 320 páginas, 16,50 euros.

No es un asunto tangencial que el colombiano Dasso Saldívar (San Julián, Antioquia, 1951) sea el autor de la más célebre biografía de García Márquez, pues es su modelo lejano el que parece guiar las páginas de este Los soles de Amalfi. William Ospina se ha referido, al analizar esta obra, a "un cuento de hadas donde la sangre es verdadera", pero estas palabras definirían mejor la última y rompedora novela de su compatriota Jorge Franco, El mundo de afuera. Dasso Saldívar ha contado, en Los soles de Amalfi, una historia interesante y con encanto, pero con aquel consabido gusto clásico por narrar mundos locales con toque mágico que se cultivaba entre los primeros representantes del boom.

Ambientado en San Julián, en la localidad natal del autor -con la presencia fascinante de un poderoso entorno natural de cordilleras, ríos y selva- nos cuenta las peripecias de una abuela, Anatolia, que asume la educación de su nieto de ocho años, Talo, que empieza a ver el mundo a través de la sabiduría natural y magia de los ojos de la anciana y de los pintorescos miembros de esta comunidad rural. Anatolia vive convencida de la existencia de toda clase de espíritus y duendes, y ella es la encargada de velar por el pozo que abastece a los habitantes de la zona.

Es un mundo aún pretecnológico, entre gallinas ponedoras y "ánimas de la patria" en pena que aún arrastran el dolor de las muchas guerras fratricidas de Colombia, en esa lucha eterna entre "azules y colorados". En una población siempre estafada por las concentraciones y expropiaciones de las tierras, la llegada de un propagandista delegado del gobierno prometiendo el progreso y la reforma agraria mediante un "proyecto alba verde", nos habla del deseo siempre postergado de una tierra no violenta que se vuelva merecido edén. La espera de prodigios es casi el modo de vivir de una población, Guanteros, anclada en la tradición oral, donde la leyenda del ubicuo y veloz mensajero Palustre, el funcionamiento de un gramófono, o la prometida llegada de "las siete mujercitas del gobierno" alcanzan altura mitológica.

Esta es la narración lineal, pausada y antigua de un mundo igualmente lento y premoderno que añora verdes mundos de Amalfi detrás de las montañas para dejar de ser "moridero de pobres" y "limbo de los desencantados". Saldívar propone un texto hermoso, entre tierno y ternurista, en el que se echan en falta sorpresas estilísticas y un narrar de más mordiente.