Alrevés, 2014. 270 páginas. 17 euros

Durante los últimos tiempos se ha venido señalando con mayor o menor acierto distintas -y tal vez demasiadas- obras de autores españoles como "novelas de la crisis". Y, sin embargo, se echaba en falta una mayor atención a uno de los resultados más escandalosos de lo ocurrido durante estos años: el descubrimiento de un insondable pozo de corrupción que salpicaría a todos los estratos, desde los partidos políticos a los sindicatos, pasando por empresarios e incluso por los becados universitarios de nuestro país. Con Manos sucias el novelista y periodista de investigación Carlos Quílez (Barcelona, 1966) salda esa cuenta pendiente con una adictiva novela de la crisis.



Tres son los protagonistas de esta historia, Andreu García, de los Mossos de Esquadra, el comisario Pardina, del CNP, el sargento Vilches, de la Guardia Civil y la periodista Patricia Bucana. Y su "tarea del héroe" es tan ambiciosa como de complejísima ejecutoria: organizar la mayor redada anticorrupción de la historia. ¿En juego? La ley pero también sus propias vidas. ¿El enemigo? Nada más y nada menos que todos los poderes fácticos aliados.



La acción, en la que no faltan informes policiales, judiciales y recortes periodísticos, se desenvuelve cinematográficamente, con un ritmo impecable y profusión de diálogos... Lo cierto es que leer Manos sucias es como visitar cada mañana el quiosco: un continuo sobresalto, porque Quilez nos descubre quiénes son, cómo se relacionan y cuáles son los valores de tantos empresarios y políticos prostituidos por el dinero, el sexo y el poder. Afirma el autor que ha intentado urdir en estas páginas un nuevo género, el de la novela de no ficción: su aportación al debate sobre los límites de la realidad y la ficción es una obra muy bien trabada, sumamente inquietante y siempre entretenida.