Novela

El imperio de Yegorov

Manuel Moyano

20 febrero, 2015 01:00

Manuel Moyano

Finalista premio Herralde. Anagrama, 2015. 192 pp. 14'90€

Es conocida la querencia de Manuel Moyano (Córdoba, 1963) por la narrativa fantástica y de fantasmas, así como su interés por asuntos antropológicos. Todas esas líneas de fuerza alientan y nutren El imperio de Yegorov. Partiendo del diario de Shigeru Igataki, miembro de una expedición japonesa que investiga a unos aborígenes en Papúa-Nueva Guinea en 1967, nos encontramos al inicio del libro en un mundo de selva, aventura, serpientes venenosas o errantes misioneros católicos españoles. Tal vez pensamos entonces en las grandes fuentes de Quiroga o Arlt, o en exóticas crónicas de viaje al estilo clásico, pero Manuel Moyano tiene reservadas muchas sorpresas para el lector en esta interesante, elaborada y estupenda trama, entre ellas su manejo impecable de la ciencia-ficción.

En el grupo expedicionario está Izumi, hermosa, desinhibida y deslumbrante mujer ante cuya promesa erótica Shigeru caerá rendido, pero, sobre todo, aparece el increíble hallazgo que articula la novela: el descubrimiento de una extraña larva que habita en los peces, el "Yashirum" y también de su inhibidor, el "eletu", procedente de unas flores amarillas. Pero aún más: la arriesgada apuesta por la eterna juventud y las fuentes de la inmortalidad a manos de la industria farmacéutica y química. El sueño de Gilgamesh, rey de Uruk, en la búsqueda de la planta de la vida interminable quedaría cumplido. Moyano nos conduce a toda una hipermoderna fábula sobre la ambición, la codicia y el peligro de los monopolios de poder. El modo de abordarla no puede ser más variado y original: diarios, cartas, emails, sms, informes de detectives, interrogatorios policiales, telegramas, prospectos, noticias de periódico, entrevistas, sermones de telepredicador, últimas voluntades, obituarios, o comentarios de blog. Y no serán ya Nueva Guinea ni Osaka los escenarios de la perdición humana, sino un gigantesco y blindado laboratorio, la Pine Chemical, en Pasadena, Estados Unidos, capaz de gestionar por igual la vanidad inmensa de las estrellas de Hollywood, de los congresistas americanos, de los deportistas o de los cantantes de rock. Un rentable mundo de dependientes de su dosis diaria y de gangsters y mafiosos sin escrúpulos. Setenta y siete años de intriga novelada, con gran riqueza inventiva y verbal.