Farnando García Calderón

Ediciones del Viento. La Coruña, 2015. 384 páginas, 20€

Fernando García Calderón (Sevilla, 1959) revive con Yo también fui Jack el Destripador a este archiconocido antihéroe británico de una manera tan sorpresiva como admirablemente estudiada. El escritor nos pone frente a las pesquisas de un miembro retirado de Scotland Yard, John Riordan, quien sesenta años después vuelve tras las sombras del Destripador después de recibir un anónimo en el que se afirma que bajo la rúbrica del famoso criminal se encuentra nada menos que Lewis Carroll. A partir de este reto, y de la narración en primera persona de Riordan sobre el Londres de finales del XIX, y también sobre el Londres inmediatamente posterior a la II Guerra Mundial, la novela oferta un complejo juego literario y detectivesco por el que pululan sociedades secretas, figuras de las letras británicas, como Shaw o Stoker, y una Inglaterra en mutación.



Abundan páginas prescindibles por ese afán del autor de ser un escrupuloso fedatario del marco temporal. Hay un exceso de personajes y de meandros argumentales que entretienen la atención de las irrenunciables virtudes de una novela con primoroso final. Pues García Calderón da al lector sagaz una buena resurrección del mito del Destripador y una relectura inteligente de Lewis Caroll y de sus enigmas como clave creativa.