Image: Cronomoto

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Novela

Cronomoto

Kurt Vonnegut

27 noviembre, 2015 01:00

Kurt Vonnegut. Foto: Matthias Rietschel

Traducción de Carlos Gardini. Malpaso. Barcelona, 2015. 235 páginas, 19 €

Al terminar la lectura de Cronomoto de Kurt Vonnegut (Indianápolis, 1922-Nueva York, 2007) se me ha ocurrido buscar en Google el número de novelas en que los personajes viajan en el tiempo. El resultado de la búsqueda, en "Time Travel Novels", ha sido de 188; sospecho que el número de películas debe de ser similar, más allá de la popular Regreso al futuro recordada el pasado 21 de octubre.

La temática no parece a priori especialmente imaginativa, pero ¿qué ocurriría si no fueran las personas quienes viajan en el tiempo sino el tiempo quien viaja en las personas? Ese es precisamente el planteamiento de la novela de Vonnegut: a las 14:27 del 13 de febrero de 2001 un "calambre cósmico en los tendones del universo" (p. 69) proyectó a toda la humanidad a las 7:51 del 17 de febrero de 1991. Este "seísmo cronológico" (p. 10) no supuso alteración alguna en lo acontecido durante los diez años de "reposición"; todo el mundo sabía lo que iba a ocurrir pero vivían sin voluntad: "Ni siquiera podías salvar tu propia vida o la de un ser querido si no lo habías hecho la primera vez" (p. 10). Lo peor vendría cuando de nuevo en el 2001 el tiempo recupera su normal discurrir; después de 10 años viviendo como autómatas nadie supo volver a la vida normal. Únicamente Kilgore Trout -ya conocido de obras anteriores-, un escritor de fantasías retirado en la idílica colonia de Xanadú, era capaz de remediar el mal que aquejaba a la humanidad.

Así expuesto el argumento, parece que se trata de una genuina novela de ciencia ficción, pero catalogarla como tal sería un ejercicio reduccionista, incluso resulta complicado considerar esta obra como novela. La participación del propio Vonnegut apareciendo con su nombre -no es la primera vez- narrando acontecimientos de su propia vida y su familia simulan un libro de memorias, y las reflexiones y meditaciones sociológicas y filosóficas lo asemejan a una obra de ensayo. Esto en cuanto al contenido; la forma es tan deliciosamente caótica como lo narrado. Los 63 capítulos son una suerte de viñetas de unas tres o cuatro páginas cada una que funcionan de forma autónoma. No terminan ahí las complejidades.

Como el propio autor confiesa en el prólogo la obra surge cuando en 1996 el autor admitió que la novela que estaba escribiendo -se refiere a ella como Cronomoto I- "no funcionaba". Decide entonces, utilizando como metáfora lo que le pasa a Santiago en El viejo y el mar, eliminar todo aquello que no fuera esencial; no se nos dice si fue mucho o poco, pero en algunos pasajes sí se hace referencia a cómo aparecía ese mismo pasaje en la primera versión. Esto resulta ser el más imaginativo ejercicio de metaficción que conozco. Además el propio Kilgore es el confesado alter ego del autor, de manera que la frontera entre realidad y ficción se dinamita desde los cimientos.

Lo que pretende el autor, utilizando la sátira más ácida, es prevenirnos ante los avances tecnológicos. Como sus personajes, tal vez la humanidad se esté transformando en un conglomerado de autómatas renunciando a su "libre albedrío", expresión que continuamente utiliza Kilgore.

Confesó Kurt Vonnegut que esta sería su última novela, y en realidad así fue (posteriormente publicó Un hombre sin patria (2005), un recopilatorio de ensayos); tal vez por agotamiento, tal vez porque con Cronomoto llevó la ¿novela? hasta la última frontera.