Aurora Venturini. Foto: Penguin

Random House. Barcelona, 2015. 234 páginas, 16'90€, Ebook: 5'49€

Han coincidido en el tiempo la muerte de Aurora Venturini (La Plata, 1922/Buenos Aires, 2015) y la publicación de tres títulos suyos en Random House, una de esas operaciones que implican reconocimiento jerárquico, y que en este caso, por cierto, incorpora unos textos de contraportada ingeniosos y acertados: digamos que la editorial explica bien qué se trae entre manos, algo que no es fenómeno universal. Venturini-personaje es una joya: trayectoria humana poco convencional y plagada de contactos con el estrellato de su época (fue amiga de Eva Perón y conocida de Sartre o Camus), difícil de encorsetar en lo ideológico, y casi invisible como escritora hasta que gana un premio dedicado a la joven narrativa renovadora... Con 85 años. Materia de mito, como se ve. La Venturini-escritora, encima, es una maravilla. Lo demuestran Las primas [192 páginas, 15'90€] que fue ese libro que en 2007 la convirtió en presencia inesquivable, y los posteriores El marido de mi madrastra [240 páginas, 16'90€] y Los rieles. Juntos, forman una de las propuestas más perturbadoras del año editorial que estamos cerrando.



"Escribir bien" no sé qué significa; creo que, en muchos casos, se refiere a algo que Venturini no hace. Por supuesto, no estoy diciendo que escriba mal, sino otra cosa, tan valiosa: que cuesta saber cómo escribe, con arreglo a qué modelos: bromeando o en serio, se la ha comparado con Faulkner, Ocampo, Aira... Bien, sólo que no es cierto: no se les parece del todo. En Las primas, novela sobre una familia disfuncional como todas, una narradora discapacitada no sabe puntuar y echa mano constante del diccionario: "carece de estilo literario", llega a decir de su propio texto.



Y ese es uno de sus temas: los otros son una sexualidad al mismo tiempo cómica y siniestra, la crueldad, el cansancio de aguantar a otros, la familia como Leviatán en pantuflas. El marido de mi madrastra, colección de cuentos magistral que recoge material anterior a Las primas, vuelve la vista a la infancia, que es un cuento de hadas contado en un cuarto muy oscuro: "los pequeños y sucios añitos infantiles caían sobre mí con sus pesadillas fragorosas tanto vividas como inventadas y mi existencia fue un suplicio erótico". Hay violación, huidas zíngaras, una atmósfera medio soñada e imposible, y una sintaxis y adjetivación a veces irreconciliables con el "escribir bien" estadístico. Finalmente, Los rieles es otro libro inolvidable sobre alguien en edad de olvidar: una anciana cuyos huesos se están quebrando recuerda el primer amor ("el enamoramiento de amor primero deberá crucificarse y clavarse en su cruz, en el desierto"), a una madre terrible, las decepciones y viajes, el miedo. Un hospital de ancianos se describe así, "reinaba la orina en todo su esplendor lascivo", y la cita caracteriza a Venturini: cruel, lúcida, humorista, al filo del ridículo y finalmente perfecta.



Tres libros, tres temas, Familia, Infancia y Muerte, que parecen el mismo tema sensual y abstracto, mental. A los mandos, una nonagenaria sin restricciones, medio maligna, atractiva y rara. En 2015 murió Aurora Venturini: "el trayecto se ha cumplido".