Raduan Nassar

Traducción de J. P. Villalobos. Sexto Piso. Madrid, 2016. 80 páginas, 15€

Raduan Nassar (Pindorama, São Paulo, 1935) es un escritor de culto a pesar de que solo ha escrito tres novelas: Labor arcaica (1975), Un vaso de cólera (1978) y La chica del camino (1997). Este brasileño de ascendencia libanesa ha conseguido reconocimiento en su país, donde la crítica ha destacado su prosa poética y la calidad de su lenguaje. Las dos primeras tuvieron versión cinematográfica y eso contribuyó a que el autor fuera más conocido por el gran público. Un vaso de cólera se publica ahora en español, y lo hace en una traducción sobresaliente de Juan Pablo Villalobos. Importa destacar este hecho porque, a pesar de su brevedad, no es un libro fácil de trasladar a otra lengua. Sorprende, asimismo, que, pese a los 38 años transcurridos desde su primera edición, parezca recién escrito, lo que fundamentalmente es mérito del autor, aunque también del traductor.



Se trata de una novela corta, estructurada en siete capítulos. Casi todos responden a una meditada brevedad, y también es meditada la amplitud del sexto. Los primeros son escarceos que sitúan al lector en la historia de una pareja que mantiene una fuerte atracción erótica (tras el episodio en el dormitorio -suficientemente explícito- llega otro en la ducha que convierte el simple acto de higiene en un delirio de los sentidos). Se trata, además, de una relación ambivalente cargada de violencia. De hecho, tras "El baño" y "El desayuno" llega "La bronca", el extenso capítulo donde se desborda la furia de los protagonistas. El último, finalmente, repite el título del primero -"La llegada"- en una coincidencia que tampoco es baladí porque sugiere una historia circular y porque no se sabe si es la misma llegada contada desde dos perspectivas diferentes o si se trata de dos llegadas distintas.



La historia está narrada por un "yo" y se desarrolla en forma de monólogo interior que encaja los diálogos entre los personajes. Lo curioso es que en su configuración externa recuerda mucho al noveau roman francés, especialmente a su obra más emblemática, La celosía de Alain Robbe-Grillet. Las repeticiones, a veces con ciertas variaciones; la importancia de los objetos en la narración, incluso su valor simbólico; los personajes apenas definidos, la frialdad narrativa, o el inicio in medias res, que introduce de lleno al lector en una historia descontextualizada, remiten a la mítica obra del escritor francés. En este sentido, la referencia, en absoluto inmotivada, a las hormigas, insistentemente repetida en "La bronca", recuerda de forma evidente al ciempiés de la novela de Robbe-Grillet. Estos insectos, de hecho, también tienen valor simbólico en la novela de Nassar.



Escrita con prosa muy cuidada, sin puntos y llena de referencias literarias, Un vaso de cólera es una obra sobre los excesos, el amor y el conflicto existencial del individuo. Una lección (más) de vida.