Juan Pedro Cosano

Espasa. Madrid, 2016. 600 páginas, 19'90€. Ebook: 9'99€

"Pinta tu aldea y serás universal", nos dejó dicho Tolstoi. Toda la literatura consiste en darle detalles y color a un romance o a un viaje. Es en lo mínimo donde los escritores se desfondan o donde muestran el todo. Parece que Juan Pedro Cosano (Jerez de la Frontera, 1960), a la madurez, ha encontrado el sitio. El sitio no deja de ser su Jerez, epicentro de su obra aunque los tiempos históricos y las pasiones. Su última novela, La fuente de oro, tira de los tópicos más tópicos de Jerez de la Frontera: señorito (Beltrán de la Cueva) que se encapricha de plebeya que hace lo propio, Lele Gavilán, y así que pasen los años. Y sin embargo, hay algo en la forma de narrar de Cosano, en la hondura psicológica de sus muñecos, que nos dice que estamos ante un autor que ha encontrado el ángel de una cierta novela -masiva- y de un cierto público -también masivo-.



Cosano tiene intencionalidad y talento. El argumento se sostiene por el afán del autor de trascender el cartón. Y lo logra ahondando, paradójicamente, en el trazo moral de los estereotipos de culebrón. Es todo previsible en La fuente de oro, insisto, pero Cosano tiene la fuerza evocadora, el turbión de palabras, para hacer arte del serial teóricamente más plano y simplón. El cuadro del Jerez de la Frontera de los ricos bodegueros, trufado de grandes apellidos reales (Domecq, Osborne…), apasiona por veraz y logrado; ocurre igual con las vicisitudes de la protagonista en la España de la Guerra y la posguerra cuartelera.



Cosano precipita el final, porque desde el principio del libro es consciente de que ha logrado darle entidad novelística al Jerez señoritingo. Tampoco desmerece su alto concepto del amor verdadero, salvación última de sus personajes, desdichados en la opulencia o en la ingenuidad.



@JesusNJurado