Marienbad eléctrico
Enrique Vila-Matas
11 marzo, 2016 01:00Enrique Vila-Matas. Foto: Archivo
Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) es uno de los novelistas españoles de los últimos lustros con mayor proyección internacional. Desde sus comienzos luchó por encontrar nuevos caminos en los que desplegar su arte narrativo, lejos de modelos tradicionales, empeñado en una literatura experimental que funda su audacia renovadora en la superación de los géneros literarios. Su acercamiento de la novela al ensayo, con muchos componentes de autoficción, logró sus mejores frutos en El mal de Montano (2002), texto especular sobre la escritura como terapia salvadora en la incurable enfermedad de la literatura encarnada en un narrador letraherido que se propone "inventar otra vida que bien pudiera ser la nuestra", y en Doctor Pasavento (2005), novela proteica compuesta en fuga con la aspiración a desaparecer en soledad con la literatura.Esta hibridación de novela y ensayo derivó en experimentación con modelos literarios vanguardistas en Dublinesca (2010), que tiene como hipotexto el Ulises, de Joyce, en especial su capítulo sexto. Y en los últimos años el autor ha ensanchado su ambición creadora en la simbiosis de novela y ensayo mediante la integración del proceso narrativo y la reflexión sobre arte contemporáneo. Así se ha manifestado en Kassel no invita a la lógica (2014), donde recrea libremente su experiencia como escritor conceptual invitado en la Documenta. Y así continúa explorando nuevas posibilidades en este maridaje entre novela, ensayo y arte contemporáneo en Marienbad eléctrico.
Como en anteriores novelas de Vila-Matas, también aquí se lleva a cabo la figuración de un yo que, asumiendo rasgos del autor real, cuenta con libertad inherente a la ficción su experiencia creadora que llevará a la escritura de Marienbad eléctrico. La novela nace de la colaboración fundada en la amistad entre la artista francesa Dominique Gonzalez-Foerster (de abuelo leonés) y el escritor español EVM, quienes, a partir de 2007, se reunieron en diferentes lugares, pero sobre todo en el Café Bonaparte de París. Esta celebración de la amistad creadora, "con la alegría imparable de su intercambio de ideas sin inhibiciones" (p. 9), "en una sucesión de felices equívocos creativos" (p. 33), concebida "como algo que comprende desunión y conexión al mismo tiempo" (p. 91), propicia el enriquecimiento mutuo con intuiciones, observaciones y comentarios sobre la naturaleza y el misterio del arte, la novela (también esta novela) y el cine. Como en otras novelas de Vila-Matas, hay aquí un fecundo aprovechamiento de citas de sus autores y artistas más queridos, convocados como "iluminaciones en la sombra" en constantes referencias y alusiones a Rimbaud, Duchamp, Matisse, Beckett, Borges, Bioy Casares, Robert Walser, Perec, Sebald, Bolaño y Eduardo Lago, entre los más recordados.
El título, procedente de unos comentarios musicales incorporados en Dublinesca (citados en p. 86), alude a la recóndita fascinación del narrador por la película El año pasado en Marienbad, dirigida por Alain Resnais "con guión -el más genialmente incomprensible de toda la historia del cine- de Robbe-Grillet" (p. 87), y también al recuerdo de la extraña visión que tuvo el narrador durante unos días que pasó en dicha ciudad.
La novela está escrita en forma de diario. Sus entradas se suceden con extrema libertad y amplias elipsis. En sus reflexiones, algunas comentadas en notas añadidas al final del texto diarístico, el narrador (EVM) y su interlocutora (DGF) intercambian comentarios en los que vida y arte se funden en la existencia cotidiana, de igual modo que ellos se reúnen en el Café Bonaparte, sin fama, y no en Les Deux Magots, que está al lado. Y en sus consideraciones y equívocos ordenados en el arte de la conversación se alumbra el programa estético de ambos, válido para este libro: "Ambos empleamos técnicas parecidas: reutilizamos materiales ya producidos, trasladamos piezas a sitios inesperados, colocamos en relación elementos muy distintos […]: esas conexiones -esas sinapsis- hacen girar lo que estaba estancado, resignifican aquello que empezaba a vaciarse de sentido" (p. 82 ).
Estamos, por tanto, ante una nueva forma de hacer novela, muy vilamatiana, que no convencerá a muchos lectores pero que los mejor informados saben que por textos audaces como este avanza el arte de la narración.