Eduardo Mendicutti. Foto: Fenavin

Tusquets. Barcelona, 2016. 184 páginas, 16€, Ebook: 10'99€

Con más de una docena de novelas en su haber Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948) ha encontrado un amplio número de lectores que se divierten con sus historias de amor y humor, contadas con gracia y comicidad, que hacen las delicias de un público fiel a este tipo de literatura que sabe mantener la complicidad de sus seguidores sin profundizar en conflictos de gran calado pero también sin olvidar tantas adversidades que tienen que afrontar los personajes de sus historias de amor entre homosexuales, quienes, además de los prejuicios del entorno, han de ingeniárselas para sobrevivir en su lucha por la vida. En este campo, continuando con la visión humorística y el ingenio de novelas anteriores, se inscribe la última del autor gaditano.



En Furias divinas se cuenta una historia desternillante que atrae por su naturalidad y gracia popular en el arte de contar, al tiempo que encierra una venganza social en denuncia de la crisis presente que sufren muchos personajes expulsados de sus trabajos mientras que otros pueden exhibir su riqueza en fiestas de relumbre social. La historia se localiza en La Algaida, ciudad identificada con Cádiz. Todo transcurre en tiempo actual, con expresa mención de las elecciones generales del 20 de diciembre. Allí juntan sus "furias divinas" unos tipos singulares que deciden abrir un club de diversión nocturna animado por transformistas como la Furiosa, albañil en paro que ahora se gana la vida como maquillador a domicilio; Píter-La Canelita, maestro en paro, que antes hizo de drag-queen y ahora se ha pasado del PSOE a Podemos; la Tigresa de Manaos, inmigrante brasileño que trabaja de mozo de comedor; la Divina; la Marlon-Marlén, antes legionario, y otros figurantes más, entre los que se cuentan el Escritor y sus relaciones con el Alcalde podemita.



Los citados organizan un club nocturno donde transformistas, travestis y drags actúan en "pleibac", sobrellevan su situación de parados y se sienten ofendidos por la celebración del Baile de las Diademas. Como acto de rebeldía social estas "furias divinas" planifican el asalto al grito común de "Sí se puede" contra la lujosa celebración de tan ofensiva fiesta. Hay en este final carnavalesco un duro ataque contra la injusticia social en nuestro tiempo de crisis.



Técnicamente, lo mejor de la novela está en su concatenación de narradores, que abre y cierra el Escritor con su narración en las partes I y III. En la parte II la concatenación se mantiene de modo sistemático, pues cada capítulo está narrado en primera persona por un personaje distinto, que cuenta su visión del presente y algo del pasado a un receptor explícito que luego será el narrador del capítulo siguiente, y así hasta completar los siete. Esta narración en primera persona por uno de los transformistas intensifica la la popular en un monodiálogo fluido, enriquecido por diálogos fundidos en el tejido narrativo y por abundantes recursos humorísticos como la animalización, la hipérbole y la adaptación fonética de extranjerismos ("pleibac", "güíquens", "yins", "luc"…).