Las calculadoras de estrellas
Miguel Á. Delgado
16 diciembre, 2016 01:00Miguel Á. Delgado
A pesar de que en los últimos meses el mercado editorial español se ha rendido a los libros de aventuras, con un verdadero aluvión de títulos sobre la vida en los bosques y el regreso a la vida salvaje (Un año en los bosques, de Sue Hubbel; Mis años Grizzly, de Doug Peacock; Leñador, de Mike Wilson o El libro de la madera, de Lars Mitting, entre otros), pocas comparables a la emprendida a mediados del siglo XIX por la astrónoma Maria Mitchell (1818-1889), protagonista de Las calculadoras de estrellas. Una aventura que va más allá de montes y desiertos, y que se adentra además en la conquista de nuevas, inéditas fronteras para la mujer.La historia es fascinante: nacida en la isla de Nantucket (Massachusetts), en una familia cuáquera numerosa, el padre de Maria Mitchell venció los prejuicios de la época y la inició en el conocimiento de la astronomía ante su creciente curiosidad, nacida desde que, siendo niña, hallara, en el fondo de un pozo, una estrella (sin spoiler, si quiere saber por qué, debe leer el libro. Y si no, también). Antes de cumplir 30 años descubrió un cometa con la ayuda de un telescopio, por lo que el rey Federico VI de Dinamarca le concedió una Medalla de Oro que hizo que su fama se extendiera en el mundo al punto de que cuando en 1861 el cervecero y filántropo Matthew Vassar creó la primera universidad estadounidense sólo para mujeres, la contrató de inmediato como profesora de astronomía poniendo un observatorio nuevo a su entera disposición.
A partir de la biografía real de Mitchell, el novelista y divulgador científico Miguel A. Delgado (Oviedo, 1971) traza un relato tan ameno como trepidante y reivindicativo, en el que la acción se desarrolla en diversos planos temporales, saltando de 1899 a 1865, de 1880 a 1828, para narrar junto a la historia de Mitchell la de Gabriella Howard, huérfana de la guerra de Secesión que se convertirá en una de las primeras discípulas de la astrónoma, y la de varias de sus más destacadas alumnas, las "calculadoras de estrellas", pioneras de la ciencia injustamente olvidadas.