33 revoluciones
Canek Sánchez Guevara
16 diciembre, 2016 01:00Canek Sánchez Guevara. Foto: Nuevo Herald
No están mal las credenciales que esgrime el autor de este libro de cuentos, a la vez opera prima y obra completa: nieto de Ernesto Che Guevara, hijo de la primogénita de éste y de un secuestrador de aviones mexicano, rockero, pintor, fotógrafo, poeta, muerto en 2015 a los 41 años como consecuencia de las complicaciones de una operación de corazón y rebelde por encima de todo. A lo largo de su vida, Sánchez Guevara vivió a caballo entre México, Italia, España y su Cuba natal. Y tal vez este cosmopolitismo, mezclado con sus raíces familiares, le convirtieron en la voz crítica e inconforme que encontramos aquí: alguien capaz de denunciar los abusos del castrismo y de resultar incómodo tanto para los partidarios como para los detractores de Fidel Castro.Parece también cumplirse aquí el tópico que afirma que nadie hay más nostálgico que un cubano lejos de su isla: en estos cuentos, la isla caribeña es omnipresente, ya como escenario, ya como obsesión o símbolo. Se trata, sin embargo, de lo contrario a una visión idílica. Sánchez Guevara retrata una Cuba real y muy dura -la del "periodo especial" de mediados de los 90-, en la que la juventud mastica el desengaño de la revolución y sueña con ser capitalista, en la que todos los idealismos han caducado. No le duelen prendas al autor cuando denuncia el aburguesamiento de la clase dirigente, que vive en la opulencia mientras exige privaciones al pueblo. Tampoco nos ahorra referencias a la crisis de los balseros ni al desencanto que impulsó a miles de cubanos a echarse al mar en busca de su personal sueño americano.
Hay relatos notables. En mi opinión, el mejor es el que abre y da título al volumen. En él conviven las referencias musicales, el ambiente desencantado de la juventud, el mundo nocturno y cosmopolita de La Habana y la crisis ideológica. El autor habla de lo que mejor conoce, incluido él mismo, y se apoya en un estilo ágil y vivaz, cargado de cubanismos, que enfatiza lo contado. También son destacables "Confesiones de un artista ensangrentado (o cómo se construye un edificio roto)", un texto fragmentario, lírico, a ratos surrealista, que contiene algunos de los mejores pasajes del libro; y "La llamada de Cristo", una revisión de la pasión de Jesús en clave de relato de narcos mexicanos. Al lado de estos hallazgos, conviven otros mediocres o fallidos ("Los supervivientes"), que ensalzan una anécdota trivial o caen en el exceso. En suma, Sánchez Guevara tiene mucho más talento que oficio. Lástima que el tiempo no le permitiera perfeccionar lo segundo para sacar mucho más partido a lo primero.