Image: A cielo abierto

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Novela

A cielo abierto

Antonio Iturbe

24 marzo, 2017 01:00

Antonio Iturbe. Foto: Seix Barral

Premio Biblioteca Breve. Seix Barral. Barcelona, 2017, 624 páginas, 21'90€.Ebook: 12'99€

Vive hoy la novela española una situación de pacífica coexistencia de plurales orientaciones. Vila-Matas sigue adelante en su personal programa de buscar las posibilidades de la novela fuera de la novela del XIX, como él mismo dice. Iván Repila acomete la narración vanguardista y abstracta. En otro extremo, Martínez de Pisón hace una larga historia que no solo no se aparta del relato convencional sino que entronca con la tradición de la picaresca.

Esta manera de contar clásica constituye una tendencia de este momento sorprendentemente sólida después de la tantas veces anunciada muerte de la vieja "novela de sofá", según etiqueta de Eduardo Mendoza. Un puñado de autores la cultivan sin mala conciencia por ignorar los cantos de sirena de modernidades y experimentalismos. Entre estos se cuenta Antonio Iturbe (Zaragoza, 1967), como demuestra A cielo abierto.

A cielo abierto funde un relato de aventuras, una novela psicológica y una múltiple historia de amor. Estos materiales se engarzan en una típica narración de personaje centrada en unos pioneros de la aviación comercial, Mermoz, Guillomet y el gran gancho para un lector común, el famoso autor de El Principito, Saint-Exupéry. Los tres pilotos coinciden en un momento de su vida, asientan una estrecha camaradería y el relato alterna sus trayectorias diseminadas por diversos lugares del planeta.

Como novela psicológica, se nos muestran unos caracteres firmes y complementarios: la vehemencia arrebatada de Mermoz, el temple reflexivo de Guillomet y el idealismo de Saint-Ex. Las respectivas peripecias vitales se refieren en orden cronológico, año tras año, desde 1922 hasta 1944, fecha de la muerte del escritor. Tales retratos dan lugar a una novela de aventuras con pasajes situados en diversos escenarios (África, Suramérica y Europa) y anécdotas de variado corte (accidentes, supervivencias milagrosas, rescates, secuestros, tormentas...) sobre una geografía variopinta (el océano o el desierto inacabables, los picos montañosos elevadísimos).

En suma, un relato de acción que pone a prueba la entereza de los protagonistas. Como héroes arquetípicos de entrega irracional a su vocación, el autor plasma un modo de plenitud vital en fuerte contraste con la incapacidad para la vida corriente. Y en oposición también a unas andanzas amorosas que los convierte en héroes fracasados que oscilan entre la pasión romántica, la ceguera emocional o la visita tumultuosa al lupanar.

Un fondo de idealismo y exaltación vitalista atraviesa A cielo abierto. Existen principios, viene a decir Iturbe, por encima de cualquier consideración e interés. De ahí la perspectiva desde la que se presenta la épica de la aviación: no faltan reticencias hacia los progresos técnicos ante los que unos precursores valientes hasta la temeridad van siendo sustituidos por unos fríos profesionales que se benefician de sofisticados avances. La inocente historia de aventuras se dobla, de esta manera, en un relato de valores: un canto a la amistad, un elogio de la entrega inflexible a las exigencias del deber (encarnado en un destacado personaje secundario, un ejecutivo de una empresa de aviación) y, sobre todo, una celebración incondicional de la vida. La novela casi hace pedagogía: propone apurar al máximo el puro hecho de existir, entregarse a una causa sin atender inconvenientes y gozar de los dones del mundo. Esta fiesta de la existencia tiene un precio, y alto, pero se compensa con una satisfacción moral impagable.

A cielo abierto cuenta una historia clara y sencilla cuyas atractivas peripecias humanas se emplazan sobre un fondo de época sugestivo. La acción se enriquece con pensamiento (la soledad, el sentido de la vida, la abnegación). El estilo se basa en una cuidadosa frase simple. La presencia esporádica de un narrador cercano al autor proporciona un tono cálido, como confesional, al argumento. Este bucle de recursos produce una novela afable, pero no blandengue, y amena, pese a su excesiva extensión.