Dominique Scali. Foto: Hoja de Lata
Afirmaba el crítico literario Leslie Fiedler que los norteamericanos, toda vez que por su historia no han podido heredar un destino, siempre han habitado en el territorio del mito. Quizás esta idea un tanto etérea justifique el hecho de que uno de los periodos más convulsos de su breve pasado, la mal llamada "conquista del Oeste", haya sido retratado de forma tan épica por todo tipo de cronistas. Son muchos los estudiosos que han establecido un claro paralelismo entre las historias del wéstern y las tragedias del mundo grecolatino, entre ellos Cabrera Infante, que dejó dicho aquello tan pomposo de que si Homero viviera hoy día haría películas del Oeste. El cine, es cierto, no ha hecho sino acrecentar este halo mitológico, construyendo por el camino un universo narrativo infalible e inagotable, que se revitaliza de tanto en cuando.No debe por tanto llamarnos la atención que una joven escritora como Dominique Scali (Montreal, 1984) haya decidido debutar en la novela con un wéstern como En busca de New Babylon (2015), para empezar porque lo que se propone aquí no es ningún ejercicio retro, por más que la autora se confiese "nostálgica de todas las épocas que no ha vivido". Scali juega ciertamente con los clichés del género, pero solo para dar empaque a una novela de eminente corte clásico. En ningún momento se sublima aquel territorio del mito sobre el que se han levantado los Estados Unidos y en el que está todo por hacer. Un territorio que por otro lado sigue siendo un caramelo para todo tipo de narradores, por más que la cultura pop se haya apoderado de su estética.
De En busca de New Babylon sorprende, por encima de todo, la firmeza y contención de su prosa (que nos llega intacta gracias a un gran trabajo de traducción a cargo de Luisa Lucuix), la cadencia hipnótica de cada párrafo, la capacidad inusitada que demuestra la autora a la hora de levantar ambientes y caracteres así como su calculada y certera estructura, que entreteje el periplo de tres personajes abocados a encontrarse por los pueblos del Sur de los Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XIX. Digámoslo ya: pocos debut encontrarán este año más sólidos que este.
La madurez de esta propuesta me ha hecho recordar el caso de Las chicas (Anagrama, 2016) de Emma Cline, otra reciente ópera prima de inquietante frialdad técnica e incómoda sobriedad. Ambas obras se atreven a reconstruir reconocidos momentos del pasado colectivo desde una visión personal y contemporánea, introduciendo además en sus historias personajes femeninos hondamente perfilados y tirando para su desarrollo de un clasicismo narrativo muy a contracorriente de las modas, quién sabe si no de forma consciente, como posicionamiento de ruptura con respecto a las cansinas estéticas posmodernas, hoy ya falsamente experimentales, que siguen predominando entre muchos escritores de su generación. En busca de New Babylon podría pasar, de hecho, por una virtuosa novela de aventuras, pero la profundidad y la humanidad con la que están esculpidos sus personajes la aleja de todo intento de pirotecnia. Scali no quiere demostrarnos lo bien que escribe, quiere escribir bien para contarnos la mejor historia posible. Ahí es donde reside su verdadero clasicismo, pues detrás de En busca de New Babylon no hay más que una excelente historia excelentemente narrada. Casi nada en los días que corren.
Adscriban el debut de Dominique Scali a la línea del wéstern más literaria y exigente, de la que también forman parte títulos como Bajos cielos inmensos de A. B. Guthrie Jr. (1947), Warlock de Oakley Hall (1958) o, recientemente, El hijo de Philipp Meyer (2013). Y que alguien le haga llegar esta novela a Clint Eastwood, por favor, y pronto.
@FranGMatute