La noche fenomenal

Javier Pérez Andújar. Foto: Laura LB

Hace poco, Javier Pérez Andújar (Sant Adrià de Besós, 1965) lanzaba esta pulla a los críticos de Rosalía: "Esto sí que es apropiacionismo: opinar de lo nuevo". La he recordado leyendo La noche fenomenal, título que alude al programa televisivo sobre fenómenos paranormales cuyo equipo protagoniza la novela. Aunque escribir literatura no es opinar, la cita vale para aproximarse a este libro que, en parte, introduce texturas nuevas en la obra de su autor. Tras la publicación del Diccionario enciclopédico de la vieja escuela, que fue una summa de su universo, y frente a una ciudad que ya es definitivamente otra, Pérez Andújar ha reconfigurado los elementos clave de su narrativa y su formación cultural para contar "lo nuevo" sin enfocarlo de un modo directo (sin apropiárselo), sólo ofreciendo la imagen de sí mismo perdido entre mundos. El resultado es que aquí no se habla de procés, ni apenas de turistificación o nuevas culturas urbanas o de 2019; sin embargo, lo que se nos cuenta halla su explicación porque 2019 es el lío que es.

En La noche fenomenal pasan cosas raras, empezando por la existencia de dos Barcelonas separadas entre sí como en el multiverso (esa ficción múltiple de los cómics de superhéroes en la que Superman tiene sienes plateadas en un planeta, el pelo más relamido en otro, y la misma panfilez en todos). Cuando ambas realidades empiezan a comunicarse a través de grietas o agujeros que se abren en el trazado urbano, empieza la fiesta. El escritor anda aquí más embalado que nunca, sirviéndose de una prosa acumulativa infestada de giros catalanes que no descansa hasta lograr hallazgos fantásticos, como ese personaje convencido de que la barba le "hace compañía", la broma de que Tejero asaltó el Congreso a ritmo de rumba, o esta amabilísima fórmula misántropa: "A mí a la gente me encanta conocerla, ahora, si luego me puedo evitar tratarla, mejor que mejor. Para gente ya estoy yo".

'La noche fenomenal' es el libro de un autor que mira a su ciudad, no entiende nada, y se deja apropiar por la ficción y el estupor

Más peculiaridades: los capítulos se encabezan con pareados cutres que recuerdan a Francisco Ibáñez en manierista (el del último capítulo es bueno y da una clave del libro: "En busca de lo real, se lanzan a la carrera final"). Los personajes están como sonajeros y en ellos se intuyen las hechuras de un roman à clef. Barcelona es el tejido sobre el que se columpian las referencias, incluidas bromas sobre temas tan específicos como la labor traductora del profesor Jordi Llovet. La prosa se encanta en el Umbral (por decirlo encantándome yo mismo en el umbral). Persisten la conciencia de clase y el empeño en hablar de "pobreza" y no de "precariedad", que es la palabra que hemos acuñado los que creímos ser clase media por un rato.

Ojo, debo decir que, en algunos trechos, el libro corre el peligro de sonar rezagado respecto de Eduardo Mendoza o Juan Marsé, respecto de Barcelona y hasta respecto del propio autor, como si la transubstanciación de Javier Pérez Andújar en Javier Pérez Andújar se quedara a medias. Pero de pronto te ríes fuerte y vuelves a estar dentro.

Ahora, un giro inesperado. Este lector ha encontrado un agujero que conecta dos literaturas bien distantes: si La noche fenomenal imagina que hay "un Yeti en el río Besós", el reciente Trapologia de Max Besora y Borja Bagunyà (editado por Ara Llibres en catalán, dedicado a la escena de la música trap en Barcelona) decide que al Besós lo surque en canoa un maestro freak de artes marciales recién sacado de Tarantino, ficción pura y paranormal que esgrime como lema esta afirmación: "La apropiación forma parte inherente de la historia de la música y del arte en general". Trapologia es otro libro loco de dos autores cerca de los 40 que miran su ciudad, no entienden nada, y se dejan apropiar por la ficción y por el estupor. Como Pérez Andújar. Como le corresponde a la literatura.