Hija de un matrimonio que se separó al mismo tiempo que ella nacía a principios de los ochenta, la narradora en primera persona de Los astronautas nos propone cuestionar los mecanismos ocultos que operan sobre su vida a partir de entonces. La pregunta sobre ese origen la lleva a la infancia; la infancia, al trauma; y ambas realidades, a encarar la incógnita de los padres como entes autónomos, seres narrables más allá de su condición paterna.
Como toda novela, Los astronautas no es una sola cosa, aunque sí la vertebran un puñado de preocupaciones concretas: la familia, la memoria, la infancia, y el impacto que las tres juntas tienen en la identidad adulta (de rebote, deja algunas sentencias lúcidas sobre el amor). Pero decir esto es muy poco, ¿verdad? Media literatura universal cabe en semejante póquer de hashtags. Resulta más aclarador explicar cómo y desde dónde se acerca Laura Ferrero (Barcelona, 1984) a los asuntos que la obsesionan.
En este sentido, y empezando por el “cómo”, creo que el término “investigación” (la propia autora lo utiliza a menudo) sintetiza mejor el espíritu de Los astronautas que los de “novela” o “crónica”, porque sus mecanismos narrativos están dispuestos a modo de aclaraciones de una pesquisa a cuyo servicio se citan o utilizan paralelismos con otros relatos, conceptos de medicina o psicología (¡si hasta se menciona la epigenética!), tonalidades periodísticas… El tono general sugiere una voluntad de dar fe e indagar más que de recrear.
Lo “literario” existe en Los astronautas (el mismo tono, por supuesto es una elaboración), pero constituye una herramienta modulada con prudencia comunicativa antes que una finalidad intrínseca. Lo que trato de decir es que los retos que plantea al lector no son estilísticos ni estructurales, sino analíticos; y quizás el mayor de ellos sea el de inocular lo sentimental en lo racional, en busca de un punto exacto de emoción inteligente.
En cuanto al “desde dónde” está escrito, lo considero un aspecto verdaderamente clave. Sin negar validez universal al libro ni a las cuestiones que sugiere, me parece que enfocar su carga histórica enriquece la lectura. No me refiero a aspectos superficiales (aunque felices) como las referencias pop o los apuntes de costumbres, ni al ingenio con que las hazañas y tragedias de la NASA puntúan la trama (de ahí el título), sino a que retrata las consecuencias que un hito fundamental, la Ley del Divorcio, tuvo sobre toda una generación de españoles mientras refrendaba un gigantesco cambio sociocultural que nos cambió para siempre.
Laura Ferrero logra su objetivo: dar forma a una mujer tangible transitando del pasado al futuro
Al principio, la narradora afirma que solo ha sido consciente de haber tenido “una familia” a los treinta y cinco. Se refiere a que hasta el año 2020, cuando se detuvo a observar una vieja foto desconocida, nunca había caído en la cuenta de que sus padres fueron alguna vez marido y mujer, un núcleo, una pareja y no dos realidades ajenas. La toma de conciencia de esta obviedad paradójicamente invisible provocará la escritura del libro.
El caso es que unas circunstancias así, hoy más o menos comunes, raramente motivarán incógnitas tan intensas entre autores nacidos diez o veinte años después que Laura Ferrero o su narradora, porque ellos ya no arrastran en la misma medida el fantasma represivo de que la única “familia” verdadera deba ser la que acoge a ambos padres biológicos bajo un mismo techo: la transición sociocultural ya se había completado cuando fueron escolarizados.
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Por eso Los astronautas es varias cosas, sí, pero también un documento que captura en un ejemplo individual ciertas tensiones colectivas (y de sombra alargada) que se derivaron de uno de los giros que modelaron nuestro acceso improvisado a la modernidad. Todo esto, sin negar la eficacia con que Laura Ferrero logra su objetivo: dar forma en esta novela a una mujer tangible transitando del pasado al futuro.