'La casa limón', Premio Tusquets: una cruda denuncia a la dictadura de Ceausescu con un toque de fábula
- Corina Oproae recrea el angustioso mundo del régimen rumano, contrapesado por su hábil retrato de la solidaridad en medio de la opresión.
- Más información: Corina Oproae gana el Premio Tusquets con 'La casa limón', una novela sobre la dictadura rumana
La casa limón a la que se refiere el título de la primera novela de Corina Oproae (Transilvania, 1973) es la residencia agradable donde vive la anónima protagonista y narradora.
Las autoridades de Rumanía le han cambiado a su familia esa amable vivienda amarillo limón por un piso pequeño en un bloque de color gris, “una caja de cerillas donde nos escucharemos los unos a los otros cuando tiremos de la cadena del retrete, cuando resoplemos por la noche y donde nos vamos a oler en todo momento para saber que estamos vivos y no muertos”.
Para acorazarse contra la cutrez arquitectónica de los países del socialismo real, la niña se monta un refugio debajo de la mesa del comedor; un castillo de libros donde da rienda suelta a su potente fantasía.
La disparidad de ambas residencias se amplía a la contraposición de dos realidades, el mundo opresivo que la rodea y su visionaria inventiva que le sirve de escapatoria. La autora conjuga ambos frentes. De ahí que, en primera instancia, esta ópera prima posea un valor de denuncia de la dictadura de Nicolae Ceausescu, mencionado con su nombre en violento e intencionado contraste con el carácter fabulístico de la obra.
La novela abunda en datos menudos acerca de la situación política y social de la Rumanía comunista. Como piedras del ominoso mosaico van apareciendo la represión, la tiranía, el hambre, el fanatismo, el culto al líder, la censura, la corrupción… Estos y otros rasgos no se enuncian de forma abstracta, sino que se hacen visibles con impactantes noticias concretas: el escolar desaparecido por reírse del Líder, el cirujano que intenta escapar a Alemania, los nimios sobornos alimentarios, las películas propagandísticas, las peonadas patrióticas, los libros prohibidos o la referencia expresa a la terrible Securitate.
El conjunto noticioso se salda con una imagen global literariamente eficaz: el imperio de la arbitrariedad y el despotismo que provocan un estado mental de temor paralizante. Así, el miedo alcanza dimensión de leitmotiv. Dentro de la crónica político-social bastante estilizada encaja Corina Oproae la historia de la protagonista y de su familia. El relato está trufado de dolor: la demencia del padre, varios episodios violentos, una violación, un aborto engañoso, secretos culposos y un censo de muertes de familiares referidas como una cadena mecánica de sentencias del destino.
El gran acierto de 'La casa limón' está en su atmósfera onírica llena de sombras y luces
La autora recrea un mundo muy oscuro, duro y angustioso. Pero con esa inclinación suya a las dualidades, lo contrapesa con un largo muestrario de solidaridad, la multiplicada bondad de los parientes siempre dispuestos a acoger y mimar a los suyos. Se ofrece, de este modo, una imagen poliédrica de la vida, amarga y a la vez positiva.
La historia se cierra con la rebelión popular contra Ceausescu y su ejecución. Significa la conquista de la libertad y de la vida normal, con sus alegrías y penas. No me parece un final acertado. Le pone un broche explícito y aleccionador a una historia cuyo gran acierto está en su atmósfera onírica llena de sombras y luces. A esta perspectiva etérea se debe la originalidad de un relato centrado en un asunto bastante trillado, las dictaduras. Ello lo hace diferente a tantas otras recreaciones.
Este notable mérito también se empaña con algunas reservas. Algún descuido gramatical: “la insistencia de mamá para irme a dormir”. Y un punto de vista de la narradora rumana problemático: en La casa limón se confunde la mirada inocente infantil y la retrospectiva del adulto.