'Frágil', de Belinda McKeon: una conmovedora y cruda disección de la juventud en la Irlanda de los noventa
- La editorial Malas Tierras rescata el libro de 2015, donde la autora explora con delicadeza y brutal honestidad la fragilidad de las relaciones humanas.
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“Los sueños salieron huyendo” es un verso del poema “Another September” de Thomas Kinsella y es también el arranque de Frágil, la novela que Belinda McKeon (Longford, Irlanda, 1979) escribió en 2015 y que ahora la editorial Malas Tierras rescata de un cajón, para ofrecer a los lectores una de las historias más conmovedoras y crudas acerca de qué significa construirse una vida y aprender a amar, acerca de qué ocurre cuando las inseguridades gobiernan los cuerpos y los afectos, cuando el deseo y la amistad pierden sus límites o sus contornos precisos y el cariño es violencia y el sexo es un espacio de consuelo o de poder, algo triste y que no basta.
La novela habla de la fragilidad de la juventud y de cómo hacerse adulto es un proceso arduo, que a veces se convierte en algo monstruoso. Pero Frágil es algo más que una novela de aprendizaje, es la historia de un amor imposible, un relato donde la autora disecciona la inmensa complejidad de las relaciones humanas y la debilidad de los vínculos que tramamos con los otros, el miedo a la soledad, los celos, el egoísmo.
Puede que, sobre todo, sea un análisis acerca de la mentira como forma de preservar la intimidad y como herramienta capaz de modificar el estatuto de lo real y el curso de las cosas; la mentira como arma de manipulación y ejercicio de poder, un poder que, si no se calibra bien, deja marcas indelebles.
Frágiles y vulnerables son también el grupo de personajes que pululan alrededor de los dos protagonistas, Catherine y James: un enjambre de jóvenes universitarios y de artistas en ciernes, cuyos anhelos y experiencias sirven a McKeon para retratar la clase media irlandesa de finales de los noventa, puritana y conservadora, donde la sexualidad hetero es un tabú familiar incómodo y casi innombrable, y la homosexualidad (que no fue despenalizada en Irlanda hasta el 93) un estigma vergonzoso, una enfermedad incurable.
Como telón de fondo, el conflicto político irlandés, las bombas del IRA que no solo ocupan el ambiente con su amenaza, permanente y sutil, sino que además funcionan como metáfora de las relaciones conflictivas, de los malentendidos. Explosivos y obsesiones amorosas: dos artefactos que deben desactivarse, dos instancias que amenazan con el daño irreparable.
McKeon tiene una habilidad indiscutible para escribir diálogos frescos, ágiles y sagaces, y para otorgar a la voz narradora en tercera persona un tono íntimo y confidencial que, con frecuencia, crea la ilusión del monólogo interior, de la cercanía. Por eso, seguramente, queremos a sus personajes, aunque a veces sean viles. El torrente narrativo que ofrece Frágil está meticulosamente medido: desborda sin abrumar para acercarse con enorme naturalidad a la forma poética.
'Frágil' es una de las historias más conmovedoras y crudas acerca de qué significa construirse una vida
No en vano, los versos de Ted Hugues y de Sylvia Plath (también su relación triste y tormentosa) salpican la narración de la vida de Catherine y funcionan como una campana amplificadora. Hay un momento en que el texto se fragmenta (o mejor, se fractura) y se abren vacíos que son ecos de todos los sentimientos que no pueden controlarse, de las personas amadas que se escurren o se van.
“James era un escalofrío largo y grave que surgía de su columna vertebral”, leemos y esa sensación es la que el lector percibe en el espinazo mientras avanza en la novela, pero, sobre todo, cuando llega al final. Del candor adolescente a la nostalgia adulta, Frágil recoge el paso del tiempo, el duelo inevitable por un pasado que no se supo habitar, donde el amor se hizo mal. Nadie sabe si el presente es mejor. A fin de cuentas, la novela no termina con el verso inicial, pero sí con la grisura a plomo de esas palabras.