Primero fue Maus: la monumental novela gráfica en la que Art Spiegelman narró los horrores vividos por su padre y otros millones de judíos polacos en los campos de concentración nazis, y que se convirtió en la primera obra de cómic ganadora de un Pulitzer, obligó al mundo a volver la vista hacia un medio de expresión que hasta entonces muchos lectores adultos consideraban un entretenimiento infantil.
Unos años más tarde se repitió el patrón: Persépolis, una novela gráfica en blanco y negro con un estilo de dibujo sencillo, incluso naïf, se reveló como el medio idóneo, más que muchos libros de historia, para contar una tragedia colectiva —la de Irán— dominada por el fanatismo y la barbarie, en este caso adoptando el punto de vista de una niña —su autora, Marjane Satrapi (Rasht, 1969)—. Y de nuevo se abrió una inesperada puerta de entrada al universo del cómic para lectores adultos que hasta entonces habían permanecido ajenos a él.
La obra, que recibió la aclamación unánime de la crítica y de lectores de todo el mundo, es uno de los cómics fundamentales para entender Oriente Próximo y uno de los hitos del noveno arte. Ahora cumple 20 años desde su publicación original y Reservoir Books la recupera con una cuidada edición en un solo tomo y nuevas traducciones al castellano y al catalán, realizadas por Carlos Mayor y Mireia Alegre, respectivamente.
“No puedo dejar de ensalzarla. Persépolis es una obra encantadora y divertida, aunque lo que cuente, en el fondo, sea devastador”. Esta cita de Joe Sacco, otro tótem de ese tipo cómic de autor que sirve para explicar el mundo contemporáneo, sintetiza bien el carácter de la obra de Satrapi, llena de humor y ternura, a pesar de reflejar hechos terribles. Algo que, sumado a su estilo gráfico sencillo, casi naïf, hace más digerible la sucesión de atropellos morales, detenciones, ejecuciones y sinrazón que aparecen en la primera parte del libro.
Persépolis se convirtió rápidamente en un fenómeno tras su publicación en la editorial francesa L’Association entre 2000 y 2003. Satrapi, residente en París, publicó otras novelas gráficas para adultos, Bordados (2003) y Pollo con ciruelas (2004, premio al mejor álbum en el prestigioso Festival de Angulema), así como libros infantiles. En 2007 adaptó Persépolis como película de animación en colaboración con Vincent Paronnaud, obteniendo el Premio del Jurado del Festival de Cannes.
Su interés por el cine creció, así como su colaboración con Paronnaud, con quien también adaptó Pollo con ciruelas, esta vez con actores. Posteriormente ha dirigido otras películas, como The Voices (2014), una comedia de terror, y Radioactive (2019), un biopic sobre Marie Curie. También ha colaborado a menudo con medios internacionales como The New Yorker y The New York Times.
Satrapi ha marcado un hito en la historia del cómic y ha creado escuela. Quizá su heredera más evidente sea Zeina Abirached (Beirut, 1981), autora de El piano oriental y Tomar refugio, que comparte con ella muchos rasgos: procede de Oriente Próximo y fue criada en un ambiente cosmopolita y culto, vive en Francia, tiene un estilo de dibujo parecido y también tiene una historia familiar llena de héroes anónimos y aventuras que recoge en sus obras.
Del exilio interior al exilio real
Marjane Satrapi tenía diez años y vivía en Teherán con su familia cuando en 1979 estalló la revolución, al principio supuestamente de izquierdas y apoyada por amplios sectores de la sociedad, que derrocó al sah Mohamed Reza Pahlevi, aliado de Occidente que impulsó la modernización del país y el laicismo, pero agravó la desigualdad social y gobernó con mano de hierro. Pero pronto la revolución que derrocó al sha fue tomada por los integristas islámicos, que instauraron un régimen aun más represivo que el anterior y que pretendía controlar la moral y la vida cotidiana de la población hasta el más mínimo detalle, fomentando las delaciones entre vecinos que antes bailaban y brindaban juntos en las fiestas.
La familia de la autora era de clase media-alta, de orientación laica, feminista y progresista —a pesar de tener orígenes aristocráticos— y dio a su hija una educación francesa, pero la república islámica prohibió los colegios bilingües por considerarlos aliados de occidente y decretó el uso obligatorio del velo. Los llamados guardianes de la revolución, muchos de ellos muchachos adolescentes, detienen en la calle a aquellos que osen llevar corbata, símbolo del imperialismo occidental, y registran las casas en busca de alcohol, discos, libros o barajas de cartas, prohibidos por el nuevo régimen. La división femenina de los represores, las guardianas de la revolución, aparecen en Persépolis como montañas negras siempre vigilantes, rematadas por un óvalo enfadado, encarnaciones de un mal arquetípico que tiene su origen en la estrechez de miras y la ignorancia humana.
Persépolis es también una bildungsroman, una novela de formación, ya que recorre la infancia, adolescencia y primera juventud de Satrapi y los cambios físicos, intelectuales y emocionales de su personalidad. Gracias al ejemplo de sus padres y de su tío Anush, opositor al sah que a su regreso del exilio fue ejecutado por el régimen islamista, Marjane conservó su conciencia intacta, cultivándose de puertas para adentro y desafiando, a veces de manera temeraria, a la nueva autoridad islámica, que extiende sus ramas por todos los ámbitos de la vida diaria, especialmente en la calle y en la escuela.
Al igual que muchos de los judíos que acabaron en las cámaras de gas de Hitler, los iraníes moderados vieron con incredulidad y resignación el avance del fundamentalismo, confiados en que tarde o temprano las aguas volverían a su cauce. Muchos no tuvieron tiempo de reconsiderar la posibilidad del exilio. Cualquier sospechoso de no simpatizar con el nuevo régimen islámico podía ser detenido, acusado y ejecutado.
Las detenciones, las torturas y los asesinatos van cercando a la familia de Satrapi, que se resiste a abandonar su país. Pero lo que no consigue el régimen lo logran los bombarderos iraquíes: Sadam Hussein aprovechó las turbulencias políticas de Irán para invadir el país en una guerra que duró de 1980 a 1988, lo cual sirvió de alimento político para el régimen liderado por el ayatolá Jomeini.
Los padres de Satrapi, buscando una vida mejor para su hija, la envían a Europa con 14 años, y allí la autora tuvo que aprender a valerse por sí misma en un continente que tampoco se lo puso fácil. La segunda mitad del libro aborda las peripecias de la autora hasta que es una joven adulta, lo cual incluye su regreso a Irán, su graduación en una universidad de bellas artes en Teherán y su primera boda, antes de volver a exiliarse, esta vez definitivamente. En esta parte vemos el desarraigo de Satrapi, la fractura emocional que provoca el exilio y el alto precio que muchas personas deben pagar por la libertad. Asuntos que, en una Europa a la que siguen llegando miles de refugiados pero en el que la integración sigue siendo una quimera para muchos y provocando grandes divisiones políticas, mantienen viva la actualidad de Persépolis, una obra imperecedera y una de las cumbres del noveno arte.