71 años después de su publicación original y 37 después de que el calendario rebasara el año de su mal augurio, 1984 sigue despertando el interés de millones de lectores. La novela de George Orwell es la distopía por antonomasia, un clásico para tener siempre a mano; no en vano tiene un puesto fijo entre los libros más vendidos. Hace varias semanas regresó además a las estanterías de novedades con la adaptación al cómic firmada por el dibujante brasileño Fido Nesti, que se ha publicado o está a punto de publicarse en una veintena de países, en España de la mano de la editorial Debolsillo. Se trata de la enésima interpretación de la obra —las ha tenido en casi todas las disciplinas artísticas; la más próxima a esta, una versión manga de hace unos años—, lo que demuestra su vigencia imperecedera.
Nesti leyó el libro precisamente en 1984, con trece años y su lectura le impresionó. Entonces Brasil se encontraba bajo una dictadura militar. Hoy no hay dictadura pero está Bolsonaro; vivimos en tiempos de manipulación informativa, de populismos que desvían la atención de la gente hacia enemigos exteriores, de hipervigilancia, de gente que vomita su rabia en las redes como los habitantes de Oceanía lo hacen durante los dos minutos de odio. “Releyendo el libro en 2018 me sorprendió encontrar muchos ecos nuevos en la novela que no estaban presentes en mi juventud”, explica el autor a El Cultural. Y por si todo eso fuera poco, el distopímetro se disparó en 2020 por culpa del Covid-19...
P. ¿Cómo fue pasar tanto tiempo dentro del universo distópico de 1984 estando a la vez en medio de una pandemia?
R. Me he sumergido en una doble distopía. No, peor, triple: 1984, la pandemia y el nuevo gobierno brasileño. El lado positivo fue que tuve que estar confinado en casa, de todos modos, para terminar todos los pasos de la adaptación, que me llevó casi dos años. De esa forma pude mantener la distancia con otros seres humanos y también evitar las noticias políticas de mi país (que también son un grave riesgo para la salud), manteniendo la televisión apagada.
P. Ha hecho un gran trabajo traduciendo la novela a imágenes. Transmiten un fuerte sentimiento de opresión en cada viñeta. ¿Cuáles fueron los desafíos de esta tarea?
R. Con las omnipresentes telepantallas, los protagonistas ni siquiera podían mirarse sin levantar sospechas. Incluso cuando están solos, uno debe configurar sus rasgos de una manera particular. Así que tuve que trabajar con expresiones faciales extremadamente moderadas. Las soluciones sutiles, como los movimientos oculares, eran una buena oportunidad para revelar intenciones y emociones, siempre que fuera posible.
P. ¿Cómo abordó la documentación gráfica, especialmente para personajes, dispositivos tecnológicos y edificios?
R. Viví en Londres durante un año, de 2000 a 2001, y eso me ayudó mucho a construir las características de los personajes y la paleta de Oceanía. El clima, el ambiente, la multitud de chimeneas de las casas victorianas, el hormigón intimidante de la arquitectura brutalista, todavía lo tengo todo en mi mente. Los dispositivos tecnológicos fueron particularmente divertidos de concebir: imaginé que estas máquinas eran muy eficientes pero con un aspecto antiguo e incómodo.
P. Winston Smith se siente derrotado, oprimido, y eso se refleja perfectamente en su aspecto, muy avejentado para tener solo 39 años. ¿Cómo diseñó este personaje? Se parece mucho al actor John Hurt en la película de Michael Radford estrenada precisamente en 1984.
R. Enfrentado a nuestro tiempo y a la actualidad yo también me siento oprimido y golpeado, así que muchas veces lo único que tuve que hacer, en busca de inspiración, fue mirarme en el espejo. De hecho, como siempre busco ángulos inusuales para mis dibujos, he utilizado una gran cantidad de fotografías mías (tomadas por mi esposa, Tatiana) como referencia para Winston Smith. Recuerdo que me emocioné mucho con la película de Michael Radford, cuando la vi allá por los 80. Todo el elenco estaba fantástico y John Hurt, perfecto como Winston. Me gustó tanto que consideré importante no volver a verla, para evitar cualquier influencia y encontrar mi propio camino.
P. 1984 es la novela distópica más famosa y sigue siendo un éxito de ventas. Muchas películas nuevas, series de televisión y videojuegos se desarrollan en mundos distópicos. Parece que nos identificamos cada vez más con este tipo de historias. ¿Por qué cree que sucede?
R. Desafortunadamente, parece que estas distopías imaginadas se acercan cada vez más a la realidad, y esa identificación las hace populares. Además de todos los aspectos políticos y tecnológicos —o precisamente a causa de ellos, ya que todo está relacionado—, la gente finalmente se está dando cuenta de que los recursos naturales de la Tierra no son infinitos y que estamos haciendo un buen trabajo destruyéndolos. Es el escenario perfecto para una distopía.
P. Cuando leyó el libro por primera vez, Brasil todavía estaba bajo una dictadura militar. Hoy en día la gente menciona 1984 o usa la palabra distopía para describir nuestro presente, teniendo en cuenta las fake news, los haters en las redes sociales, la hipervigilancia, los líderes populistas como Trump o Bolsonaro... ¿Qué opina de eso?
R. Vivíamos los últimos años de la dictadura militar y las palabras de Orwell me hicieron consciente de lo que pasaba a mi alrededor. Nunca habría imaginado que ese sentimiento y esa realidad de pesadilla regresarían después de todos estos años. Mi país parece estar en un proceso de deconstrucción y el ambiente es bastante pesado. El autoritarismo, la intolerancia y el oscurantismo vuelven a estar de moda.
P. ¿Cree que la pandemia actual ha fortalecido este sentimiento de que vivimos en un mundo distópico?
R. Creo que la pandemia agregó una nueva capa de absurdo a todo lo que estamos viviendo, y el sentimiento distópico creció considerablemente, sí. La cantidad de vidas perdidas es catastrófica y no estábamos acostumbrados a toda esta rutina: quedarnos en casa, encerrados, o usar máscaras todo el tiempo, sin poder tocar el pomo de una puerta.
P. Su cómic se está publicando en muchos países. ¿Cómo están respondiendo los editores y los lectores y cómo le hace sentir?
R. Parece que el proyecto está tomando vida propia, extendiéndose en proporciones que no pude prever. Es inmensamente gratificante leer las críticas y las cálidas recepciones que estoy recibiendo en tantos países: ¡veinte, hasta ahora! Estoy muy feliz y honrado de ayudar a difundir el mensaje de Orwell, ahora en un nuevo formato.