“Mi abuela nunca llamaba a mi abuelo por su nombre de pila, sino simplemente ‘Satrapi’. Decía que a un marido hay que respetarlo”. Así empieza Bordados, novela gráfica en la que Marjane Satrapi (Rasht, Irán, 1969) vierte una mirada divertida sobre la vida sexual de las mujeres iraníes. Este volumen, publicado por primera vez en Francia en 2003 y en España en 2004, vuelve a las librerías con una nueva edición a cargo de Reservoir Books. En esta historieta de 144 páginas Satrapi nos adentra en una tertulia que comparten varias mujeres cuando sus maridos se van a la siesta. 

“Hablar a espaldas de los demás es el ventilador del corazón”, admite la abuela de Satrapi, adicta al opio. Y eso es exactamente lo que hacen después de almorzar reunidas en el salón junto a un samovar del que se encarga la viñetista: confesarse y hablar abiertamente de amores, sexo y los caprichos de los hombres. En realidad, cada una de ellas cuenta una historia que ha marcado su vida y acudimos a conversaciones descacharrantes y deslenguadas que nos llevan tanto a callejuelas de Teherán como a diversas ciudades europeas, continente en el que muchas han buscado una nueva vida. 

Bordados está protagonizado por varias mujeres de diferentes generaciones: la abuela de Marjane, tan propensa a soltar improperios como a cotillear, su glamurosa madre, un puñado de amigas y vecinas y la propia historietista. La conversación arranca cuando la abuela de Satrapi recuerda la reciente muerte de una amiga de la infancia. Como todas las mujeres de la época, Nahid también tuvo que casarse con el hombre que sus padres habían elegido para ella a pesar de que estaba enamorada y mantenía una relación con otra persona. Cuando, a escasos días de su boda fue a despedirse, tuvieron un encuentro sexual que le despojó la virginidad que se supone que tenían que mantener hasta la noche de bodas. “Me caso en 19 días, mi marido se enterará de que ya no soy virgen”, confiesa Nahid.

De modo que entre ambas urden un plan: con una cuchilla en la mano la noche de bodas se hará un pequeño corte en el muslo para no retratarse y esquivar las consecuencias. Sin embargo, quien acaba ensangrentado es él. La anécdota arranca las divertidas carcajadas de todas ellas hasta que alguien interrumpe las algaradas con una nueva confesión: “Por lo menos tuvo la suerte de tocar un testículo. Yo nunca he visto ni tocado nada”. Todas se muestran incrédulas pues quien habla tiene cuatro hijas: “mi marido entraba en el dormitorio, apagaba la luz y… ¡pum, pum pum! Y, paf, me quedaba embarazada. Además  me han tocado cuatro hijas, ¡o sea que no he visto ninguna pilila”, se sincera.

A partir de este momento la dibujante nos hace protagonistas de diversidad de experiencias propias y ajenas: matrimonios de conveniencia, un traslado a Londres para convivir con un marido que resulta ser homosexual, un viaje a Berlín en el que se descubren las infinitas infidelidades del marido, una boda que acaba en divorcio a través de una carta enviada desde Suiza o la huida de una joven de 13 años de la casa de un marido 56 años mayor durante la misma noche de bodas. 

“Mi motivación no ha sido escribir sobre mi vida, es la historia de mi país, lo que pasó allí durante mi infancia, sobre la situación política que allí se vivió”, ha comentado alguna vez Satrapi, autora de Persépolis, una crónica desgarradora sobre la historia de Irán que Reservoir Books reeditó el pasado año con motivo de su 20.º aniversario. Cuando en 1979 estalló la revolución que derrocó a Pahlevi, Satrapi, que había nacido en el seno de una familia de clase media alta, abierta, laica y feminista, tenía 10 años. Pero muy pronto los integristas islámicos tomaron la revolución e instauraron un régimen aún más estricto que el anterior.

En 1984, cuando la joven tenía 14 años, sus padres decidieron enviarla al Liceo Francés de Viena para que en Europa pudiera continuar con su formación laica. Una vez completados los estudios básicos Satrapi regresó a su país natal y en Teherán decidió estudiar Bellas Artes. No tardó mucho tiempo en apostar por asentarse en París, donde conoció al dibujante que le animó a plasmar su experiencia en un volumen que se tituló Persépolis y que, inicialmente, se publicó en cuatro volúmenes. Además de estos dos trabajos Satrapi ha publicado otras novelas gráficas como Pollo con ciruelas, con la que obtuvo el Premio a Mejor Obra en Angouleme, y se ha hecho un hueco en el mundo del cine con las adaptaciones de Persépolis (en versión animación) y Pollo con ciruelas (con actores de carne y hueso) y con la dirección de películas como Las voces o el reciente biopic de la Premio Nobel Marie Curie

En sus viñetas, reconocibles por sus dibujos en blanco y negro y sencillos al tiempo que expresivos, Satrapi nos adentra en una realidad que vivió su país durante años a través de la historia de su familia. Si en Persépolis nos habla del conflicto de Irán desde la visión de una niña que va creciendo, en Bordados nos regala una variedad de viñetas desopilantes en las que nos muestra cómo viven esas mujeres en la intimidad de sus casas cuando sus maridos no las oyen. En fin, un entramado de historias de las que la autora nos hace partícipes, un volumen sobre qué significa ser mujer en un país islámico.

@scamarzana