Seguramente ya se habrán dado cuenta. Ahí fuera se encuentran músicos que también son excelentes pintores, y pintores que hacen películas emocionantes, y cineastas que coquetean con la poesía, poetas dotados para la ilustración, ilustradores con el don de la palabra y escritores que fotografían... Hasta atrevidos cocineros Michelin componeniendo partituras orquestales. En el acto creativo, para aquellos dotados del talento y la energía conveniente, subyace esta dimensión transversal oculta y provocadora. A fin de cuentas no es la creatividad sino una pulsión vital capaz de apuntar en cualquier dirección.
Entre todas las simbiosis artísticas destaca una conexión: pintura y literatura. Curtida en la revista satírica Charlie Hebdo, a Catherine Meurisse le gusta someter a sus relatos a un tratamiento recombinante: la trituradora underground. Desde Le pont des arts (El puente de las artes) propone un recorrido sui géneris, combativo y callejero, para inducir veladamente a revisitar obras pictóricas y autores literarios. Con un marcado acento francés y una especial atención al pasado siglo XIX, este cómic nos lanza un guante que recomiendo recoger.
En Le pont des arts, la historietista francesa selecciona momentos artístico-literarios con aparente rigor histórico y los impregna de su característico toque canalla, mostrando instantes lúcidos, rebuscando en la intimidad y los conflictos de los personajes (Delacroix, Cezanne, Proust, Picasso…), aflorando una desconocida vinculación entre pintura y literatura.
Los capítulos rebosan humor cómplice y gamberro, afilado por diálogos provocadores y vivaces trazos caricaturescos. Los protagonistas se retuercen en sus viñetas mientras comparten con pasión sus puntos de vista sobre el valor de una pintura o la relevancia de una frase.
Un cómic ameno completado con alguna reflexión acertada sobre la convivencia de escritores y pintores que, de paso, ilumina una sonrisa cómplice en el rostro acartonado del lector.