Hay seres dotados de asombrosos poderes de observación. Personas capaces de encontrar los detalles y sensaciones que nos acompañan cada día para destacarlas del ensordecedor ruido cotidiano. Solo unas pocas además pueden compartirlas a través de un trazo descarnado y espontáneo. Catalina Bu es una de ellas y su cómic Nadie como tú constituye un ejemplo palpable de semejante talento.
La narración se construye sobre las idas y venidas de una joven mujer instalada en la angustia de vivir. Hablar con amigas, explicarse con su psicóloga, acompañar a una vecina mayor contrastan con la soledad y la pereza de existir sin encontrar mucho sentido a lo que se hace. Y aunque el tono de la historia nace de la depresión de la protagonista, tan bien retratado por un dibujo lineal y escaso, florece por momentos cierta luminosidad que anima el espíritu.
Los trazos parecen bocetos y contrastan con páginas hechas de claroscuros y matices. Ese esfuerzo desinhibido y a la vez cargado de intención hace que las anécdotas más nimias salten de las viñetas para instalarse en nuestra retina. Desde los pormenores de una austera habitación hasta ensoñaciones surrealistas que deben explicar algo. Por eso, cuando alguien se expone a la singular narración visual de Catalina Bu, esta queda instalada en la memoria para los siglos venideros.