Ilustración del cómic 'Domingo Flamenco', de Olivier Schrauwen. Editorial Fulgencio Pimentel

Ilustración del cómic 'Domingo Flamenco', de Olivier Schrauwen. Editorial Fulgencio Pimentel

Novela gráfica

Dentro del cómic 'Domingo flamenco', una fascinante aventura sin salir de casa (ni tú ni el protagonista)

Lo nimio se convierte en foco de atención entre hilarantes divagaciones y alucinaciones en este cómic del siempre sorprendente Olivier Schrauwen.

16 junio, 2024 01:18

Para la mirada atenta, las veinticuatro horas que transitan entre dos ocasos proporcionan una infinidad de instantes memorables. A veces no somos conscientes de que un día cualquiera da para mucho. El cómic Domingo Flamenco, de Olivier Schrauwen, recorre la complejidad escondida en los recovecos de una jornada mostrando las capas de experiencia que acompañan al protagonista, su primo Thibault.

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Domingo flamenco

Guion y dibujo: Olivier Schrauwen
Fulgencio Pimentel, 2024
Color. 19,6 x 25,5 cm. 472 páginas. 45 €

Solo en manos de un maestro del lenguaje del cómic como el genio belga se puede manejar toda la complejidad oculta en las tribulaciones de una persona que permanece en su vivienda durante un día y crear una obra fascinante. Hacerlo requiere de asombrosos poderes de observación y un entendimiento refinado sobre la naturaleza de la mente humana. Todos los tics, desde la pereza matutina a la dependencia emocional afloran en este cómic cuyo dibujo ingenuo oculta una apología del absurdo existencial.

A medida que avanza la lectura, el relato se vuelve más personal, más sofisticado visualmente, más intenso en los conflictos internos haciendo evidente las contradicciones vitales de Thibault.

Gráficamente el autor belga pone el listón al alcance de muy pocos. Momentos pausados y de aburrimiento dan paso a otros de neurosis, ensoñación o desasosiego. Cuando se pasa una página encontramos una viñeta sorprendente que exige ralentizar la lectura y escarbar en los detalles de la ilustración. Cada lance con su personalidad, su textura, su dinámica visual impregnada de tibia amargura. La crudeza del gamberro se topa con lo cotidiano para alumbrar un relato plagado de hallazgos creativos, de una melancolía sorda esparcida entre los trazos.

La adrenalínica combinación de crudeza y ternura exige el sosiego de la relectura, por eso la segunda vez será necesaria y diferente que la primera. Por eso, Domingo Flamenco pertenece al selecto grupo de cómics que permanecen en la memoria aguardando el próximo encuentro. Yo ya estoy esperando.