Creación y feminismo se unen en este homenaje a las pioneras del arte en los márgenes
Una exposición en el IVAM de Valencia reúne 180 obras de artistas españolas y portuguesas de la transición esenciales para la historia.
16 junio, 2024 01:18“Tan cerca, tan lejos” es una expresión que refleja la vecindad entre España y Portugal. En esta ocasión, dos importantes instituciones interesadas en poner en valor a las artistas contemporáneas, la Fundación Gulbenkian y el IVAM, especialmente en el último periodo de Nuria Enguita, han cooperado en un proyecto centrado en las décadas de los años sesenta y setenta en la península ibérica, partiendo de una serie de coincidencias.
Durante esta época, las artistas vivieron las transiciones de las respectivas dictaduras a la democracia y desarrollaron su trabajo en la periferia, por ser mujeres. No solo en sus propios ambientes artísticos, al sur de Europa, a la vez marginales respecto al sistema artístico internacional, también en relación a los relatos feministas hegemónicos anglosajones, pero incluso a los preeminentes en países como Francia e Italia.
Condicionantes que han retrasado la investigación, aunque desde hace tiempo sepamos que algunas de las aportaciones de artistas españolas y portuguesas sean pioneras y principales para arte y feminismos y para la historia de arte contemporáneo en general.
De manera que, a lo que han tenido que enfrentarse sus comisarias Giulia Lamoni y Patricia Mayayo es a un volumen de más de medio centenar de artistas –recordemos que, por ejemplo, en España ellas eran ya la mitad de los que se formaban en Bellas Artes– que, en plena efervescencia del cambio de paradigma, trabajaron en las diversas tendencias, a través de una gran apertura de medios –pintura, escultura, fotografía, performance, vídeo, instalaciones, textiles, libros de artista, y nuevos materiales como metacrilatos y elementos orgánicos–, hasta sumar más de 180 piezas.
En cuanto al resultado, sorprende que en ese compendio no estén todas las que son y entre las españolas, a bote pronto, se echan en falta a la pionera Mari Chordá y, al final del periodo, a Paloma Navares.
Detalle menor frente a un proyecto curatorial original y relevante, que desde un posicionamiento feminista rechaza las categorías de la historia del arte canónica como, por ejemplo, arte conceptual versus pop, para articularse bajo una inspiración lingüística y poética: nueve adverbios y proposiciones –casi, a través, en, desde, cerca, ahora, donde, entre y más allá– referidos a circunstancias y actitudes de las artistas, y desarrollados en cinco salas.
Entre ellos se intercalan tres “encuentros” lugares y acontecimientos donde coincidieron españolas y portuguesas. En conjunto, sustituyen eventuales planteamientos más analíticos, cronológicos o por tendencias formales, casi imposibles de abordar por los frecuentes solapamientos y contaminaciones en este periodo.
En este recorrido sí hay una graduación de estéticas, más poéticas, frías o conceptuales al inicio y al final, reservando el centro o corazón de la muestra al compromiso feminista pop y político.
Un mosaico en el que dialogan a la perfección las artistas españolas y portuguesas que, salvo las grandes Helena Almeida y Paula Rego, apenas conocemos en nuestro país.
Importantísimos, por lo tanto, los descubrimientos de las piezas conceptuales de Ana Hatherly y Graça Pereira, las pinturas de la feminista pop Teresa Margalhaes y de la muy radical y explícita Maria José Aguiar, los collages de Gracinda Candelas, las performances de Çao Pestana y el ambiente Sala de comer de Ana Vieira, entre otras.
Pero también en nuestro panorama expositivo es del todo excepcional encontrar reunidas a Ana Buenaventura, Ana Peters,Ángela García Cordoñer, Aurelia Muñoz, Elvira Alfageme, Eugènia Balcells, Eulàlia Grau, Fina Miralles,Isabel Baquedano, Silvia Gubern o Teresa Gancedo.
También los premios nacionales Angels Ribé, Elena Asins, Eva Lootz, y las premio Velázquez Esther Ferrer, Concha Jerez, Soledad Sevilla y Marisa González.Tanto más cuando se han elegido obras primeras y poco vistas. Y algo a solucionar cuando la muestra llegue a Lisboa: los vídeos tienen que poder verse bien.