De izquierda a derecha: Niccola Machiavelo, Baruch Spinoza y Jean-Jaques Rousseau.

De izquierda a derecha: Niccola Machiavelo, Baruch Spinoza y Jean-Jaques Rousseau.

Letras

Del Renacimiento al siglo XXI: cómo las emociones están reconfigurando la política moderna

El 'Atlas político de emociones' reflexiona sobre las dinámicas emocionales políticas y culturales que sobrevuelan nuestros debates públicos más urgentes.

16 junio, 2024 01:19

Son muchos los teóricos que en los últimos años han destacado una suerte de escenario “monstruoso” de nuestra época, advirtiendo de las nuevas emergencias afectivas o estéticas y la dificultad de orientarnos con cartografías tradicionales procedentes de la tradición liberal o marxista en sus usos racionales más abstractos.

Atlas político de emociones

Antonio Gómez Ramos- Gonzalo Velasco (eds.)

Trotta, 2024. 522 páginas. 31,35€

Las emociones, en pocas palabras, importan. De ahí, sin duda, la importancia de desarrollar una afinada política de comunicación en el campo de lo público y de no minusvalorar en el trabajo intelectual el plano retórico o lingüístico-afectivo. Es más, despachar este gesto como un simple halago demagógico significa dejar de lado aspectos epistemológicos cada vez más importantes.

E ignora en qué medida una esfera pública democrática no se puede ya entender en los términos exclusivos de un público compuesto por individuos racionales e “ilustrados”, al menos en el sentido moderno. Si algo queda claro en lo que llevamos de siglo XXI es que, “más allá de estructuras jurídicas y de formas constitucionales, parece que los estados de ánimo y los sentimientos colectivos son los que definen la forma de una colectividad y configuran su curso de acción”.

El imponente volumen que acaba de editar Trotta coordinado inteligentemente por Antonio Gómez y Gonzalo Velasco constituye un auténtico hito académico por dos motivos básicos. En primer lugar, por cuanto despliega a través de una destacadísima nómina colectiva de investigadores una ambiciosa cartografía categorial muy útil para aproximarse con rigor a las dinámicas emocionales políticas y culturales que hoy sobrevuelan nuestros debates públicos más urgentes.

Aunque a lo largo de este volumen, un elenco de cuarenta y cuatro pensadores y pensadoras generacionalmente diferentes de los dos lados del Atlántico nos presenta, cada cual desde su posición, su propia visión de un concepto, el conjunto termina delineando un catálogo exhaustivo y coherente de la riqueza del paisaje emocional contemporáneo y sus “estructuras de sentimiento”, por decirlo con Raymond Williams.

El volumen termina delineando un catálogo exhaustivo de la riqueza del paisaje emocional contemporáneo

Este sugerente mapeo, por otra parte, rastrea históricamente las mutaciones semánticas de las emociones abordadas y realiza una genuina ontología de nuestro presente, brindando herramientas analíticas muy pertinentes para la teoría política y la historia conceptual. No en vano, como destacan los editores, “desde que Platón vinculó la construcción de la ciudad a un cierto ordenamiento de las pasiones humanas, los filósofos de la política, de Maquiavelo a Spinoza y a Hobbes, de Rousseau a Rawls, han ido asociando las formas de organizar el Estado con estructuras de pasiones y emociones”.

Dos puntos metodológicos a favor destacan además en este atlas. Por un lado, su disposición a considerar los objetos estudiados desde diferentes planos, esto es, en un nivel discursivo, psíquico, semántico, pragmático, filosófico y político. Por otro, la preocupación por introducir una perspectiva de género. Aunque solo hay una entrada relacionada con el feminismo, “sororidad”, esta sensibilidad se aprecia en el número de autoras que intervienen y en la arquitectura del proyecto.

Subrayemos, por último, la pertinencia de un programa de investigación de este calado. Si este atlas resulta hoy imprescindible es porque, en medio de la profunda crisis de legitimación de nuestros sistemas democráticos actuales, no hay pregunta más pertinente que la que se interroga por las relaciones entre lo individual y lo colectivo, el deseo y lo político, las prácticas hegemónicas y las instituciones estatales.