Libros de poemas
Darío Jaramillo Agudelo
8 enero, 2004 01:00Darío Jaramillo. Foto: Mercedes Rodríguez
El poeta y narrador colombiano Darío Jaramillo (Barranquilla, 1948), ha reunido en un volumen la poesía publicada entre 1974 y 2001, muy bien acompañada de dos prólogos de conocidos y excelentes escritores mexicanos, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco.El primero ilustra el volumen con un ensayo más general: "El té de las cinco y la poesía", donde narra las relaciones de la poesía mexicana (José Vasconcelos, Carlos Pellicer) con la colombiana y las que se produjeron entre Jaramillo y el propio Pitol, cuando se conocieron fugazmente en la universidad de Denver (EE. UU.) y después en Xalapa, Madrid o Bogotá, porque en aquellas fechas el poeta dirigía la subgerencia cultural en el Banco de la República. Pitol analiza con detalle no sólo sus libros, incluidas sus novelas, también nos remite a sus lecturas e influencias: León de Greiff, Aurelio Arturo. Más breve y no menos sustanciosa, en "Nota al pie de un libro de libros", José Emilio Pacheco admira la poesía de Darío Jaramillo desde un principio definitorio: "Todo poema es un intento de dialogar con la piedra. Para Darío Jaramillo la piedra representa lo ajeno, lo impenetrable, lo indecible. Es decir, la materia misma de la poesía, ya que todo poema convierte en lenguaje una parte indómita de la realidad, un sector del mundo que es todo menos poético". Alude a "Los poemas de Esteban" que forman parte de su novela Cartas cruzadas, ya que figuraron como obra de su protagonista, estableciendo un oportuno paralelo con Pasternak. Pero, al margen de lo que aportan los destacados prologuistas, los poemas se bastan para conectar con el lector.
La colección la forman todos sus libros siguiendo el orden cronológico inverso a la fecha de su publicación. El más reciente, Cantar por cantar (2001), abre el volumen, con una primera serie dedicada a los "amores imposibles", porque uno de sus grandes temas es el amor. Se atrevió ya en 1986 a publicar un libro titulado Poemas de amor, con el que obtuvo su éxito más notable. Jaramillo se sirve de una lengua coloquial, de un notable sentido del humor y de la ironía, de reflexiones morales sobre la cotidianeidad, de relámpagos irracionalistas, porque ha leído muy bien a los surrealistas, de canciones populaes, especialmente boleros, aunque también blues. Con ello consigue enlazar la estilizada sensibilidad con lo sentimental. No tiene empacho en incluir, como collage, algunos versos de canciones reconocibles, rompiendo de este modo la falsa barrera entre alta literatura y géneros populares. Es un poeta que ofrece variaciones sobre temas persiguiendo una melodía inalcanzable. La ironía que destilan sus poemas no distancia, antes al contrario, ya que nos familiariza con el "tema" del poema. Prefiere la narración, aunque teñida de lirismo, como por ejemplo en su poema 17. La amada imposible constituye, pues, la irónica referencia al platonismo. Pero el poeta posee una concepción romántica de la inspiración. La inspiración se entiende próxima a lo romántico o a lo surrealista. Sin embargo, sus poemas se caracterizan por la narratividad, por la extremada lógica, por la sabia combinación entre autoanálisis y observación de la realidad.
El poeta sale también de sí mismo, especialmente en Historias (1974), por ejemplo, en una serie de "Biografías imaginarias", poemas largos, en los que auncia la posibilidad de explayarse, como hizo, en prosa narrativa. Pero los poemas de Esteban (1955) tampoco difieren de su voz habitual. Hay meta-poesía (¿cómo puede dejar de haberla en un poeta consciente de su labor?) y buena parte de su producción refleja la vida de un ser urbano. Pero los temas no pueden evadirse de la tradición: la soledad, la muerte, el desengaño, el amor perdido, aunque su faceta de temas familiares resulta, a mi juicio, la más atractiva, como en el poema "álbum de fotos", fechado en Tánger, en 1977, donde alude a la muerte de un hermano: "...y ahora quiero matarlo definitivamente en estos versos/una semana después de que se tomó no sé cuantos seconales;/ la literatura es una lepra...".
Tal vez uno de los mayores méritos de Darío Jaramillo Agudelo resida en que su poesía logra mantener su unidad de tono desde sus primeros poemas (aunque la madurez de sus últimos libros se agradezca) y resulte tan atractiva que puede leerse, sin abandonar el libro, el conjunto como si de una novela se tratara, a la búsqueda no tanto del desenlace, sino de la irónica sorpresa que nos deparará la siguiente página; algo que no cabe decir de muchos poetas de ayer y hoy.
Poema 17
Por todo el tiempo que dediqué a mis amores posibles
descuidé mis amores imposibles.
Mientras deseaba y seducía a la amada posible,
mientras me acosté con ella,
mientras la esperé y la esperé,
cuando gastaba horas y horas olvidando
a la amada posible,
también olvidé a mis amores imposibles.
Pero estaba más solo cuando esperaba a la amada posible
que ahora solitario cuando invoco
a mis amores imposibles.