Jin Wu Di, Fundador de la dinastía Jin en cuyo reinado vivió Lu Ji
No es posible aproximarse al Wen fu, de Lu Ji (s. III d. C.) sin tener presente esa idea, primordial en la creación literaria china, de que el dogmatismo de los géneros no existe. A veces incluso, cuando es la poesía de los orígenes la que se nos ofrece, no es posible aceptarla sin reconocer su carga filosófica. Comenzábamos hablando de "cuidadas ediciones" y, con ello, no sólo nos referíamos al contenido, al rigor crítico de la edición, sino a su aspecto físico, siempre agradable -cuando no necesario por su caligrafía- en las obras chinas. Así sucede en ésta, acompañada de las densas caligrafías de André Kneib, pero que también hemos encontrado en otras ediciones de la traductora, Pilar González España. Valoramos su trabajo en sus versión de los Poemas del río Wang, de Wang Wei (Trotta, 2004) o en su edición de la Poesía completa de la poetisa Li Qingzhao (Ed. del Oriente y del Mediterráneo, 2010). Quizá la sensibilidad poética de González España haya favorecido esta aproximación a una obra tan rara como el Wen fu, pero tampoco es ajeno a ello su conocimiento de estos temas.
Insistimos en estas valoraciones porque son imprescindibles para la comprensión del bello y original libro de Lu Ji. Al fondo de él late una idea que hay que apreciar en un mundo literario tan extremadamente analítico como el nuestro. Por eso quizá González España ha decidido ofrecernos esta obra tan radical, y recordarnos ese afán del creador esencial tan apegado a la vida, y además nos lo subraye en una cita previa (Gong Bilan): "Si una obra no trata, desde cualquier ángulo, la problemática esencial del ser humano, pierde la única oportunidad de poder decir lo que se debe decir. Para que la palabra cumpla su objetivo de provocadora y agitadora de todas las transformaciones, ésta tiene que situarse en la verdad, en un núcleo vivificante. La palabra, entonces, agradece ese lugar y responde irradiando belleza".
Estos sutiles principios se dan en el Wen fu, que se centra no sólo en aspectos prácticos de la poesía y de los poetas sino también en el sentido trascendente de ambos. Se convierte así en algo más que en la "primera obra de la crítica literaria china"; es también un hondo análisis de conceptos todavía válidos, pero hoy desvirtuados, como el de "inspiración". En los tiempos del "todo vale", el valor de los versos sentenciosos de Lu Ji, sus normas sutiles y sus misteriosos consejos, nos siguen indicando dónde reside aún la sabiduría de los orígenes y, en este caso, la del poetizar. Para él lenguaje y pensamiento forman un "tejido de compacta y límpida belleza". Recupera así el autor para la poesía su misión abarcadora, primera y última.