Antonio Gala. Foto: Bernardo Díaz
Siguiendo la tradición grecolatina, las víctimas de amor nada pueden oponerle y, en consecuencia, es calificado de "omnipotente" En los poemas se representan diferentes escenas del tema: el estado de enamoramiento, el deseo, la mirada, la caricia, la unión de labios y cuerpos, el ser dos uno, la esperanza de amor, su imposibilidad -"no podemos amar perfectamente"-, incluso el amor como salvación de la muerte. Y queda ya aquí mencionado el otro tema del libro: junto al amor la muerte. No es sólo que dé la muerte -"la vida y el amor transcurren juntos / o son quizá una sola / enfermedad mortal"-, sino que se hace presente la conciencia de la caducidad de todo, de la rosa -según el tópico-, de la pasión, del propio sujeto, nada escapa. La muerte sí, o también, es omnipotente.
Amor y muerte, pues, se entrelazan e incluso se confunden, tal como en "¡Ah, qué dulce es morir, qué blando tálamo!" y sobre todo en "Y dónde estás, entonces, / amor, tú, muerte, tú, Enemigo íntimo". Así, cuando se lee "Estoy lleno de muerte" ¿es muerte, únicamente muerte, lo que ha de entenderse? En esa indecisión de la significación la lectura se enriquece.
Escritos los poemas en silva modernista, como gran parte de la poesía española del siglo pasado y aun hoy, Enemigo íntimo, sin embargo, no responde a ninguna de las poéticas dominantes de la época. Leído ahora, más de medio siglo después de su publicación, el libro de Antonio Gala conserva toda su vigencia, su interés, se diría actual.