Pablo Fidalgo
Romeo y Julieta no trata del amor. Si así fuera, Shakespeare lo habría escrito comedia. Romeo y Julieta trata sobre los efectos del amor en la naturaleza humana. Por eso Shakespeare lo creó tragedia."Nací del único amor grande, verdadero, loco,/ que en esta casa se recuerda./ Nadie me lo puede perdonar./ Fui pensado como un país./ Yo había nacido de un amor imposible/ y los hijos de amores posibles nunca pudieron competir conmigo". Mis padres: Romeo y Julieta cuenta una guerra: batalla del ADN contra todo determinismo biológico y social. En la nada no existes. Fuera del espacio y del tiempo no hay yo. El contexto humano se llama genoma. También está la geografía y una historia que no elegiste. Todo esto Shakespeare ya lo tuvo previsto."Yo soy el hijo del deseo cuando aún/ no se toca con la palabra amor". Pablo Fidalgo investiga. Sabe de dónde viene: conoce los nombres. Hubo una cierta fatalidad en su Big Bang personal: tampoco el universo tuvo causa eficiente. "Mi versión de Romeo y Julieta son dos cuerpos/ que saben que en cuanto se toquen serán padres". Fidalgo interroga, habla con vivos y muertos, también con la casa que acoge y manipula a los que están dentro. Se resiste a existir incrustado en una secuencia genética o histórica: a nadie nos gusta sentirnos uno más, otro más, entre tantos.
"Mi oficio aquí es decir con claridad:/ reniego de mí mismo y de todo lo que me rodea./ Yo sí reniego de mis orígenes./ Yo sí reniego de la pobreza". Y aun así entiende que es pobre porque viene de hombres y mujeres que lucharon y todavía esperan que alguien les diga si ganaron o perdieron. Los puntos cardinales sólo son uno: la ficción de la memoria. Nos decimos que somos únicos, perfectos en nuestra individualidad. Somos demasiado parciales para ver el todo. Cobramos conciencia de nuestro lugar sólo en momentos de extrema alteración química, como el amor.
"Este poema no es lo que tú crees:/ encierra a un hombre y deja libres a todos los demás". Romeo y Julieta no son símbolos de nada. Héroes o víctimas, encontraron el sentido de la vida en vivir: de espaldas al mundo, rebeldes contra las masas. Somos lo mismo que ellos: en cada mujer, un Romeo; todos los hombres, Julietas. Repetimos su amor en nuestros sueños, donde somos grandes y generosos. Morimos por amor desde que el mundo es mundo y hasta que deje de serlo. La tragedia no está en la muerte: está en lo eterno.