Manuel Vilas. Foto: Begoña Rivas.
Novelista, poeta, ensayista, escritor de textos híbridos, Manuel Vilas (Barbastro, 1962) elige caminos literarios no convencionales. Así lo prueban los cinco poemarios y la decena de obras de narrativa que ha publicado.Después de ganar prestigiosos concursos de poesía y ver reunido el conjunto de sus versos en el libro Amor (2010), Vilas obtuvo el Premio Generación del 27 con El hundimiento. Una angustia sin adornos nos llega directamente desde las páginas iniciales. Las composiciones "El inmaculado", "Los nadadores nocturnos" o "Getxo" contienen un desasosiego profundo. En la primera de ellas, el escritor lamenta un suceso de su infancia. Recuerda que estaba a punto de ahogarse en un río y fue salvado por un desconocido. Al supuesto benefactor, que desapareció como un fantasma, le dirige sus reproches: "Te vieron apartar las aguas medio desnudo, / sacarme del poder intenso de la gorga / con la pericia del nadador que pacta con elabismo".
Manuel Vilas menciona marcas de coches. También el nombre de un bar y sus licores. Entre objetos cotidianos nos dice que identifica la poesía con el amor eternamente no correspondido. ¿Y quiénes protagonizan sus textos? Personas que son bultos rodantes, una España a menudo hostil, Dios con figura de tigre luminoso tumbado en la cama de un hotel. El padre de mano helada ocupa los lugares visitados por el poeta. Incluso siente su presencia en un cine porno de Montevideo. Otros seres que viven cerca de algún precipicio encuentran refugio en estas páginas: "Que nadie pisotee sus bajas pasiones, su acre acabamiento".
Destaca el poema "Oración", donde el autor consigue que los prestigios, grandezas y temores humanos exhiban su ingravidez, vacío, frialdad o insignificancia. Los artistas aportan una lucidez desesperada. Por ejemplo, Manuel Vilas retrata a Scott Fitzgerald, que se encamina bien erguido hacia la destrucción. Asimismo evoca o cita a varias estrellas musicales: el baterista Keith Moon, el bajista John Entwistle, el cantante Bob Marley, el inclasificable Kevin Ayers. En dos ocasiones alude a Elvis Presley. Y, sobre todo, homenajea a Lou Reed. Al morir éste, el poeta asegura que la voz del músico no podrá ser quemada por la muerte; pide que la Tierra renuncie a la gravedad.
Por último, un hecho notable. El dolor abundante que encierra El hundimiento no da un fruto negativo. Al contrario, sus textos estremecedores, comunicados con libertad expresiva, transmiten fuerza vital. Nos dejan la energía de la literatura excelente.