Ioana Gruia. Foto: Archivo

Visor. Madrid, 2016. 68 páginas, 10€

Tras los libros Otoño sin cuerpo y El sol en la fruta, Ioana Gruia (Bucarest, 1978), investigadora (suya es la obra Eliot y la escritura del tiempo en la poesía española contemporánea), profesora de literatura comparada en la Universidad de Granada y autora de la novela La vendedora de tiempo, publica Carrusel, que ganó el premio Emilio Alarcos.



La imagen de un viejo tiovivo instalado en su ciudad natal tira de los recuerdos y conduce al lector hasta su infancia y, ya allí, a "la sonrisa cansada del fracaso" de su madre que vive "en un país cruel e incomprensible". "Ningún consuelo en el dolor antiguo", dice. Y lo hace con un lenguaje claro de estirpe realista que sigue la línea marcada por poetas experienciales granadinos, como ella.



Porque "Nadie escapa a sus sueños, / tampoco a sus canciones", aquí suena una música melancólica, tan francesa como el París de sus vivencias amorosas. Aquí, "la vida oculta", "el tercer cuerpo", "las aéreas raíces", "nuestro doble atleta y clandestino", el libro como "jardín oculto" que se cultiva con subrayados. Y la fragilidad ("la solidez que da la ligereza"), otro nombre de la poesía: "convertir un poema en pañuelo". Y la casa (en "Herencia") y los muebles y los abuelos: la memoria, "donde nada sucede y todo cambia", "formas de vivir en el pasado". "Que la poesía fuera tu refugio", anhela, porque "es confirmar la vida / y el amor, una forma de bondad".