Eduardo Moga
Eduardo Moga (Barcelona, 1962) ganó el Premio Adonáis en 1995. Ha publicado casi una veintena de libros de versos. Es también ensayista y antólogo. Sobresalen sus traducciones de Faulkner, Whitman, O'Hara, Gallagher, Llull, Rimbaud o Sandburg. El corazón, la nada (2014) fue la primera selección de su obra poética.Muerte y amapolas en Alexandra Avenue empieza con un poema de cinco páginas. Una pregunta angustiosa ("Aquí, ¿a qué vine?") se repite y libera reflexiones. El autor menciona relojes obstinados, insectos tenaces, ladrillos, hogueras, mordazas. Tras la introducción, el libro se divide en cuatro secciones. La primera de ellas, "Correspondencias", describe con hondura la soledad humana. Un caminante huye bajo un cielo negro; lo secundan sus laberintos. El escritor se considera un espejo y refleja a los habitantes de un enjambre. Ahí figuran el carnicero "que corta la carne como si cortara un río", el ser que "arroja piedras al recuerdo y descalabra la nada", un traje sin hombre. El yo del poeta es expresado con libertad. Insomnio, vendaval y derramamiento son algunas de sus palabras. Los versos se complementan con prosas fechadas. Tienen el tono de un diario íntimo. Con idioma preciso, Moga combina escenas callejeras e introspección. Se refiere a lugares de Londres y retrata con ingenio al vecindario excéntrico.
La segunda sección del poemario, "Estampas del destierro", contiene poemas muy breves. Son fulgores, exhibiciones de agudeza, con animales (cisnes, ardillas, urracas, cuervos, patos) y transeúntes. Cerca de la sombra anaranjada de un zorro, encontramos a una mujer negra en la nieve y a un pordiosero que lee a William Blake. En el tercer apartado de Muerte y amapolas en Alexandra Avenue, "Clamor cuchillo", el autor se define con dos vocablos: "multitudinariamente solo". Cita el naufragio y la grieta. La última parte de la obra, "Otros exilios", consiste en cinco textos de gran belleza. Unos cadáveres rojos, unos árboles soñolientos y la desesperación son ingredientes de dicha belleza. Cuatro poemas en prosa dan voz a los desterrados José María Blanco White, Pedro Garfias, Luis Cernuda y Jesús Alviz. La quinta composición, inspirada por Arturo Barea, conjuga prosa y verso. Cernuda nos habla así por medio de Eduardo Moga: "He odiado las paredes de la carne. He odiado el desinterés enjoyado de cortesía […] El odio puede ser ala".
A mi juicio, Muerte y amapolas en Alexandra Avenue, libro con abundantes imágenes poderosas, destaca en la más reciente poesía española.