“Todo Valente ha estado ahí desde un principio, como suele ocurrir con los grandes autores”, explica el cineasta y ensayista José Manuel Mouriño (Ourense, 1978). “Pero en su caso —y valga la expresión refiriéndonos a al poeta—, es tanta la materia que hay que digerir que necesitaremos décadas y generaciones para ir asimilando todo”. Ciertamente, en los últimos años, desde su muerte en Ginebra en el año 2000, han ido apareciendo paulatinamente sabrosas piezas del puzle que fue José Ángel Valente, ese poeta ausente y esencial que capitaneó como un verso suelto la Generación del 50.
A esa genealogía de hallazgos que comenzó con el póstumo (y profético) Fragmentos de un libro futuro, se unieron sucesivamente recuerdos como el del consejo de guerra que sufrió durante el franquismo, su copioso y revelador Diario anónimo (2011), la nouvelle inédita sobre su divorcio Palais de Justice (2014) o su también nunca publicado epistolario Retrato de grupo con figura ausente (2018). A todas estas aristas de la figura del poeta se une ahora el documental Escribir lugar, un delicado y sobrecogedor trabajo en el que Mouriño profundiza en los espacios trascendentales en la vida y en la obra del escritor a través de sus propias e inéditas palabras. Varios fragmentos se expondrán en una muestra que el Círculo de Bellas Artes inaugura este mismo jueves en forma de instalación audiovisual.
A través únicamente de la voz del poeta, que aparece en forma de reflexiones y declaraciones hechas en entrevistas y de lecturas de poemas, Mouriño pretendía poner el foco en dos de los grandes lugares que marcaron la vida de Valente y que están separados por una vida nómada, su Ourense natal y su casa de Tabernas, Almería, donde pasó el último lustro de su existencia. Dos regiones material y ontológicamente muy dispares que, sin embargo, sostiene el director, marcaron su obra. “Quería destacar la forma casi mágica en la que Valente aúna su reconocida tendencia hacia el encuentro de una luz y un desierto místicos, con una enraizada búsqueda en sus orígenes y una profundización continua en su memoria personal y la colectiva, lo que él llamaba la memoria de la materia”.
Una raíz galaica
Así, si bien siempre se ha destacado la querencia del poeta por el desierto, “que, como ocurre con los grandes autores que desde sus primeros trazos dejan perfilado el horizonte que se expandirá, ya se anunciaba en el primer verso del primer poema de su primer libro: el ‘Serán ceniza’ de A modo de esperanza”, explica Mouriño, el director echa en falta “el otro extremo, el origen galaico. La idea no es representar cuál fue su relación con Galicia o con Ourense, sino realizar una aproximación a cómo palpita esa relación en la obra y la palabra de Valente. Dar un espacio concreto a ese contacto que existe entre Valente y su lugar de origen, algo que nunca perdió, como sostienen muchos especialistas en el poeta”, defiende.
"En la poesía de Valente palpita una tensión entre la luz y el desierto y sus orígenes galaicos, unas raíces marcadas por materiales como lo acuoso, lo pétreo, lo grumoso"
Y es que si bien, “es innegable que Valente tuvo una relación conflictiva con Ourense”, matiza el director, “no fue un rencor interminable contra la zona, sino con ciertas personas muy concretas. Además, la relación familiar era complicada”. Algo que se desprende en los reveladores recuerdos sobre su padre que plasma el documental, y de los que ofrecemos a continuación un fragmento. No en vano, recordemos que el poeta quiso expresamente ser enterrado en su ciudad natal, algo que perpetuó este retorno a sus raíces.
Una realidad evidente para Mouriño, que apunta que “por mucho que su poesía tienda hacia la luz y conciba la imagen del desierto como metáfora y entorno ideal de creación, también hay un movimiento simultáneo hacia el lado contrario”. Hacia un universo que, en su opinión, “se enraíza en sus orígenes galaicos, en la lengua gallega, que él hablaba, y en materiales como lo acuoso, lo pétreo, lo grumoso. Esa tensión entre ambas ideas, un tipo de contradicciones que marcan la auténtica poesía, en Valente es fundamental”.
Seducir con la palabra
En el extremo contrario a este origen galaico de encuentra el destino que fue para Valente el desierto almeriense. A recorrer ese movimiento que realizó el poeta a nivel biográfico y a través de su obra dedica Mouriño otra parte del ensayo fílmico. “La tendencia al desierto es ocupa toda una corriente filosófica y literaria. Él se remite mucho a escritores árabes sufíes, y, más contemporáneamente, a Edmond Jàbes o a María Zambrano (de quien fue gran amigo y cuya relación terminó en un sonado desencuentro)”.
"Valente era un gran orador. Al recoger su voz, el documental muestra el ejercicio casi coreográfico de seducción de la palabra que realizaba el poeta"
Autores que trabajan la idea del exilio y cómo este es necesario para el escritor. “Pero no sólo el exilio del lugar de origen, sino a la búsqueda de un vacío ideal para la pronunciación de la palabra”, apunta. “Y en el caso de Valente, como era muy coherente, entendía que lo correcto era acompañar esa búsqueda literaria con una vital, así que se mudó a Almería y combinó el desierto real con el conceptual, hacia el que tendía su poesía”. Toda esta travesía está articulada, como decíamos, a partir de un material bruto de varias horas de grabaciones de la voz del poeta, que el director ha articulado a través de una serie de temas salpicados con la lectura de poemas. “Hay entrevistas realizadas por la periodista Concha Hernández, la poetisa Amalia Iglesias y también una fabulosa hecha en gallego por el también poeta Claudio Rodríguez Fer”, desvela Mouriño.
“Son conversaciones íntimas en las que el escritor reflexiona sobre la palabra poética, su relación con otras artes o la importancia de los recuerdos de infancia en su obra. Pero oyendo su voz se puede disfrutar, no sólo del contenido de las ideas de Valente, sino del ejercicio casi coreográfico de seducción de la palabra que realizaba el poeta, que era un gran orador”. De fondo, unas imágenes que acompañan con humildad “la grandeza de sus ideas y sus palabras. Pretender ilustrar la poesía, especialmente la suya, que tiende hacia lo absoluto, es algo muy pretencioso. Nadie es capaz de ilustrar realmente sus versos porque ya son ilustración, pues tienen como fundamento principal el carácter aparicional de la propia poesía, algo que tenía muy claro”, explica Mouriño.
La lucidez del poeta
Otro aspecto que reivindica Mouriño, es que Valente fue algo más que un poeta, que su obra tiene una raíz que desborda la idea de poesía como género literario. Fue un intelectual y un pensador cuya influencia forma parte sedimentaria de la cultura. En palabras de todo un Francisco Umbral, “José Ángel Valente inaugura en España una poesía culta pensante, intelectual, pero muy penetrante por vía cordial, y es poeta aparte que ha seguido enriqueciendo sus versos con experiencias y hallazgos intelectuales, que inmediatamente se tornan poéticos”.
Así, este documental deviene en otra más de esas piezas que revindican la vigencia y la importancia de Valente como como figura clave de la literatura y la cultura españolas del siglo pasado. “Sin duda es inabarcable. Sería injusto decir que era sólo un poeta, por lo menos como entendemos esa palabra hoy en día”, argumenta el director. “Por un lado, es un poeta verdadero, algo muy raro de hallar. Pero además era un ensayista extraordinario y un traductor magnífico que asimilaba profundamente la necesidad de la palabra”, sostiene.
"Deberíamos, como sociedad, dedicar más atención a los signos y líneas que trazan los poetas, y Valente dejó varios en muchos campos"
En su opinión, es muy difícil concentrar en unos cuantos adjetivos “todas las ramificaciones, todavía hoy muy intensas, de su creación. Hoy en día se habla mucho de la transversalidad y la hibridación entre las artes, y esto es algo que él se empeñó en ejercer y demostrar durante toda su carrera”, destaca Mouriño. “Ahí están sus relaciones con Chillida o con Saura, los textos que realizó sobre determinados artistas. Fue un pionero”.
“Pero su grandeza va más allá”, prosigue. “La lucidez de un poeta se mide por cómo es capaz de discernir la esencia de un lugar o de una idea”. Como ejemplo, pone la idea del poeta de renombrar a Ourense como Augasquentes (aguas calientes), “porque comprendió la esencia material de un pueblo entero. Hoy en día, muchos años después, esa es la seña de la ciudad, y él supo verlo antes. Deberíamos, como sociedad, dedicar más atención a los signos y las líneas que trazan los poetas y los grandes pensadores, y Valente dejó varios en muchos campos. Sólo nos queda seguirlos”, concluye.