Opinión

Las cuentas de nunca acabar

La papelera

21 marzo, 1999 01:00

Oh, los Nobel. El glamour, las luces, sus estrepitosos silencios. Todavía me llaman para cotillear sobre el plantón de Gabo en la Casa de América. Que si es un divo, que por qué prefiere la compañía de politiqueros como Fidel Castro y Felipe González, que si dos Nobel en la misma mesa son como un tigre y un león en la misma jaula, etc., etc.

Pues bien, yo les digo que ni lo uno ni lo otro, y que fue cosa de duros. Menudo es el Gabo para hablar de gratis, que la Mamá Grande los tiene muy bien amaestrados. Además, contemplarlo, aunque calladito, ya vale lo suyo, debió pensar.

También vale su peso en oro Daniel Goleman, quien no para de golearnos con su Práctica de la inteligencia emocional. Una conferencia de Kissinger antes del juicio de Pinochet valía dos millones y una conferencia de Goleman después del intelecto sentimental se tarifa en diez. ¡Ni que fuera el mismísimo Gabo! Lo mejor de todo es que si de verdad quiere enterarse de qué eso de los sentimientos y la inteligencia deberá leer otros autores, más marinos, más cercanos.

Aun a riesgo de que esta papelera resulte la versión cómplice y canalla del "Financial Times", lo cierto es que el asunto Jessye Norman es para nota. García Navarro, director artístico del Real, se enteró de la actuación de la diva el mismo día que la Comisión Ejecutiva trataba del asunto, es decir, tras publicarse en los periódicos. ¿Quién fue realmenteel genio del invento? Para empezar, yo les recomiendo hacerse con una copia del fax en que se ofrecía el susodicho concierto a varias entidades promotoras de espectáculos musicales. En él figuraba todo, hasta un precio. ¡Y qué precio!
¿C uánto se pagaría hoy por una conferencia de Jorge Luis Borges? El escritor que más mereció el Nobel tuvo que vivir de las charlas que pronunciaba por todo el mundo en cuatro lenguas distintas y sin suplemento de precio por idioma no materno. El Círculo de Lectores prepara la edición de la correspondencia de Borges con Jacobo Sureda, aquel mallorquín a quien el autor del Aleph dedicó un poema que Abelardo Linares rescata de la incuria en "Renacimiento".

Otra duda me asalta. ¿Cuánto cobra el ubicuo Luis Alberto de Cuenca por no perderse ni una? Dicen que en Madrid, a las ocho, o das una conferencia o te la dan. De Cuenca es de los primeros: lo mismo pone en suerte El despertar de las mujeres, que una nueva colección enmascarada, un poeta, un amigo... Sin despeinarse, y tan feliz entre los incunables.

Más de lo mismo: Miguel ángel Gómez Martínez empieza hoy una gira con la Sinfónica de Hamburgo, su orquesta junto con la de Valencia. En el recorrido figuran Zaragoza, Valencia, Barcelona y Lérida. Lo curioso es que en todas las ciudades participa el Orfeó Catalá y presentan "La Creación" de Haydn. Bueno, en todas menos una y es que en Valencia, justo donde es titular Gómez Martínez, pareció que aquello de incluir coro arruinaba el presupuesto y decidieron prescindir de él y de Haydn. Allí tronará Júpiter. Yo no sé si es mala uva o es que los veintimuchos millones que pagaron a Kleiber (otro clásico de mi papelera) dejaron vacía la saca.

En cambio, sí está feliz, me dicen, Richard Serra, siempre con su visera, ahora que los gerifaltes del Guggenheim han decidido acelerar la inauguración en su sala central de las nueve macroesculturas del artista, prevista para finales de abril, y de la que es comisaria otra ubicua, Carmen Giménez.

Unos corren. En cambio, otros han decidido detenerse. Sí, hace una semana El Cultural anticipaba un fragmento de la biografía definitiva de Stanley Kubrick vertida al castellano por Mónica Rubio a velocidad de vértigo. Tanto que sus editores, TB, han decidido retrasarla hasta principios de abril para evitar errores y malentendidos. Kubrick no se merecía menos, ahora que tanto se especula con los detalles más morbosos de su película póstuma. Y eso que todavía sólo unos poquísimos afortunados han logrado verla. Como cuando subíamos a Perpignan, vamos.

Con más posibles se presentó la próxima edición del Festival de Perelada. Lo dicho, "Carmen" es el título de moda, como pareja de moda siguen siendo Alagna y Gheorghiou, sólo que ya en los de segunda. Los de primera no les aguantan. ¿Podrá Alagna con D. José o le detendrá alguien antes que lo haga la guardia civil? Pues ambos irán también a Santander. No a hacer el payaso -que ya hay muchos que lo hacen- sino a cantar la ópera de Leoncavallo.

Después de mucho dudar, José Luis Gómez ha roto la Baraja del rey Don Pedro, el texto de Agustín García Calvo que tenía pensado llevar a escena y que finalmente no representará. Unos dicen que el director no encuentra actores de talla suficiente para el texto. Total, cierra el chiringuito hasta finales de abril, fecha en la que repondrá en La Abadía uno de sus grandes éxitos: Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, de Valle. Lo de siempre, más de ahora que nunca. No se lo pierdan.

D e momento, la batalla en Madrid sigue en el terreno de los musicales. Después del estreno de "Grease" todas las apuestas se las lleva "Chicago". Además, su productor, Enrique Cornejo, no se conforma sólo con los tres teatros de su propiedad sino que produce obras sin parar para teatros ajenos. Este afán viene animado, sin duda, por Luis Ramírez, a quién el mundo teatral debería agradecerle la competitividad que han inyectado en el rancio panorama que encontró a su llegada.

En tránsito vamos a estar dentro de unos días. Y es que el mundo del arte es una feria permanente, un ir y un venir que nos tiene en vilo. Y si no, que se lo digan a Emilio Navarro, que vuelve al ruedo, después de unos años de medio retiro voluntario para montar en Toledo, del 8 al 11 de abril, una feria de arte que se llama precisamente así, "Tránsito". La Escuela de Artes de Toledo, en plena Judería Mayor, dará cobijo a 26 galerías de Madrid, de Barcelona, de Santiago de Compostela y hasta de San Francisco. Ahí es nada. Un artista por galería y una galería para cada artista, con un fondo neo-mudéjar que deja con la boca abierta. La feria nace con un objetivo claro: aportar una nota de frescura y de novedad, algo de agradecer en este panorama en el que los nombres de siempre se repiten siempre. Suerte.

P. D. Leo sus cuitas y me asombro: de haberlo sabido, habría recomendado a Mario Vargas Llosa que, por internet, por teléfono o fax podía conseguir hora y día para ver la exposición de Monet en Londres, sin apretujones, esperas y permaneciendo en la sala todo el tiempo. que hubiera deseado. Lástima.