Image: Vuelvo al nido

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Opinión

Vuelvo al nido

La papelera

29 marzo, 2000 02:00

Marejada en Cultura. Vientos de cambio y mil rumores asolan estos días los inquietos pasillos del Ministerio. Que Educación se independiza, que Deporte se fusiona o que el futuro pasa por la sede de Alcalá son algunos de los asuntos que ocupan a funcionarios y plumillas. Por no mencionar los mil y un candidatos que se postulan. Yo, como ven, he vuelto al nido, y pienso volar muy alto. Abróchense los cinturones.

Primera parada: el Cervantes de Lafuente. Sigue sin funcionar a toda mecha, a pesar de las mejores intenciones esgrimidas al comienzo. Mucha foto, mucho almuerzo y mucho abrazo, pero viajan los de siempre para lo de siempre. ¿Y Brasil? ¿Y el centro de China? ¿Qué fue de tantas promesas vanas?

M e cuentan que Carmen Iglesias, ilustre historiadora ella, tiene mucha, pero que mucha prisa en ser académica de la Española y que tanto ha correteado por aquí y por allá (más por allá que por aquí, la verdad) que ya ha rematado trío que la presente: Alvar, Ayala y Cebrián.

Penélope Cruz, que tiene tan poco que ver con Carmen Iglesias, está pasando por Hollywood como un huracán. Russell Crowe (El Dilema) utilizó a una prestigiosa periodista española para mandar mensajitos a nuestra joven diva. La reportera se lo soltó en una anodina fiesta de Los Angeles y Penélope Glamoure jugó su papel de folclórica en brazos del diabólico Goebbels. Digo yo que si se esfuerza, en un par de años...

Jesús Pardo cabalga de nuevo. A punto tiene ya el segundo tomo de ese corrosivo Autorretrato sin retoques. Esta vez el escritor enfoca a los años de su regreso a España, del 74 al 78, y con el título de Memorias de memoria exhibe otra vez su irritante y desopilante patente de corso.

Después del fallido y fallero final, créanme que la clave está en el presupuesto tan rumboso que maneja. A tanta gente tiene contenta Consuelo Ciscar, tan fructíferas amistades tiene, que cree que todo el monte valenciano es orégano. Y no. La cultura, señora mía, además de presupuesto es libertad.

¿Será verdad, por cierto, que Helga Schmidt va a cobrar 30 millones del ala como directora artística de la nueva ópera valenciana? Más que Cambreleng y García Navarro juntos.

El Museo del Prado sí que vive horas difíciles. A su lado, lo del IVAM me parece juego de niños malos. El cajón-garaje (o la central lechera al decir de Paco Nieva), que van a plantar es sangrante. No me parece que unos cuantos señores tengan el derecho de dejarnos ese engendro de por vida. ¿Por qué?

Por si acaso los vendavales no son favorables ya hay quien se está trabajando un nuevo destino, aunque siempre quepa okupar el Ministerio. Los indecisos pueden aprender de los catorce intelectuales que a finales de la guerra civil española se cobijaron en la Embajada chilena de Madrid y crearon la revista Luna. Ahora Edaf recupera los facsímiles y ultima los detalles de la presentación: Rodríguez Lafuente, García de la Concha y el embajador chileno serán los anfitriones en mayo.

¿Qué le pasa a Elías Querejeta que lleva su última producción como si estuviese per- petrando un delito? No es más que La palabra y la vida, un documental de Javier Corcuera con guión de Fernando León (en busca y captura por los cazatalentos de Hollywood). No quiero ponerle en la tesitura de elegir pero, de momento, lo único que le pido es la palabra. Gracias por nada, Elías.

Compruebo que el mundo de la farándula no puede vivir sin Luis Ramírez. Y Ramírez ¿puede vivir sin la farándula? Durante un año ha estado como un avestruz, con la cabeza escondida no fuera a encontrarse con alguno de tantos acreedores que por ahí le buscan. Al fin se atreve y sale a la superficie para dar a conocer su último superproyecto (lo faraónico le pirra): el teatro de Príncipe Pío, asociado nada menos que con Antonio Banderas y la SGAE. Misteriosa asociación de la que ya hablaré porque de momento se han guardado muy bien de no dar ni el nombre.

Estuve en El caballero de la rosa y comprobé el éxito de García Navarro a pesar de lo nervioso que debió de ponerle la llamada de Cambreleng, horas antes de empuñar la batuta, para informarle de un complot preparado para no dejarle ni empezar a dirigir. Lo que no le dijo fue las medidas que había tomado si eso llegaba a suceder. Cambreleng venció por mayoría absoluta pero nunca llueve a gusto de todos y hubo, dentro de la casa, quien no se quedó tan contento.

Dejo el bolsillo de las editoriales para la próxima semana.