Opinión

La gran hermana

La papelera

3 mayo, 2000 02:00

Esto es lo que hay, dijo Aznar, y fue lo sabido: a la hora de resolver el enigma del cuaderno azul el presidente apostó a lo seguro, que el desenlace estaba cantado desde hace cuatro años... Ahora ella, la Gran Hermana Del Castillo, prepara discretamente el desembarco en la Casa de las Siete Chimeneas entre los suspiros de alivio de gran parte de los afectados, que lo cortés quitó, sí, lo valiente. Pintan oros para los que han sido fiesles: cuencas, fuentes y bonetes tienen motivos para ser felices.

Empecemos con el arte. "Moito millor que Leiro". Así califican los políticos gallegos la discutible escultura ("un bodrio", me dice un amigo) de un tal De la Vega que han instalado ante el Museo de Bellas Artes de La Coruña. Al contrario que en el caso idéntico de Valencia, nadie se atreve contra los responsables de cultura de la Xunta, que llevan el amiguismo a límites inconcebibles. Como José Manuel Gallego, muy notable arquitecto autor de la remodelación del Museo, es también responsable del proyecto de la nueva Presidencia de la Xunta, todo un palacio, todas las bocas quedan cerradas.

Cuentan y no paran de los chollitos subvencionados de Chus Visor. Resulta que el bueno de García publica todo premio oficial que se pone a tiro, especialmente si lo convoca una Diputación o Ayuntamiento del PP. Lo tiene claro: a la hora de cobrar no hay política que valga, aunque luego no perdone el manifiesto pro-psoe de turno.

Ya saben, la Feria del Libro va convirtiéndose en el Gran Bazar. Sólo destila cifras. Sin ser Rappel lo tengo claro: vencerán y venderán los de siempre, impertérritos a críticas y a lo culturalmente correcto: Gala y Pérez-Reverte arrasarán. Siguen siendo los más vendidos y los más citados... Pero ojo también a lo próximo de Tamames, un novelón, comparable a la que ultima estos días Pombo o al que en otoño publicará Martínez de Pisón.

Entre tos y tos, va Hierro enderezando su poético y trascendente discurso de ingreso en la Real Academia. Me ha prometido que de este milenio no pasa. Pero antes, la atención se centrará en la ciudad de los prodigios: ya anda por ahí un rumor inocente (sin ser noticia) de que Eduardo Mendoza podría ocupar algún sillón.

La eternidad y un día fue lo que se le hizo a Almodóvar la película de Angelopoulos. Se sentó junto a mí y escribió durante la proyección, a oscuras y con la sala pendiente de él. Y estaba solo. Al final, amagos de salirse antes de tiempo, movimientos de bufanda y empañadas lentes de miope. Una vez más, la crítica le engañó.

El coto de Doña Anna necesitará mucha pa-ciencia. A mí lo que me preocupa es que no se dé asilo científico a nuestros propios cerebros, formados fuera y apedreados dentro. Eso sí, parte de cero en el Año de las Matemáticas.

Estuvo en Madrid, sin conceder entrevistas, la mítica Joan Sutherland, esposa de Richard Bonynge, a quien acompañó mientras dirigía La Sonnambula en el Real. Fue a Toledo y al Escorial. Allí fue obsequiada por un admirador con una botella de cava. Se enteró de su identidad cuando aquel admirador, un crítico musical, se lo dijo cenando al día siguiente. Y es que el mundo es un pañuelo. Eso sí, un poco más grande que el que tejía la soprano en el antiguo Real, cuando estuvo en él en 1979.

Gönter Grass no ha tenido que esperar para ver en escena su última obra, ese siglo, suyo y nuestro, reducido a veinte cuadros. Pocos me parecen, visto lo visto y lo que se avecina. Pregunten, si no, a la Gran Hermana de la Casa de las Siete Chimeneas...Y me voy corriendo. Cojo un avión a Florencia para ver lo que hace Ridley Scott con su "gladiador" y otro para Atenas, que Penélope rueda Blow con Nicolas Cage. No sé si llegaré a Cannes a tiempo de contarles lo último de la jurado. O sea, de Aitana.