Opinión

Y en esto llegó Luis Alberto

La Papelera

12 julio, 2000 02:00

La revolución llegó a las siete chimeneas. Luis Alberto pone patas arriba el INAEM metiendo en escena a Santolaria y dejando a Galán en asesorías y variedades; además, mueve ficha en el Arqueológico y el experto en mus González de Quirós tendrá su cuota en el ICAA si decide seguir la corriente alterna de la ministra. Por si fuera poco, la ola de calor llega a las altas esferas editoriales. Y es que hay cosas que no pueden esperar.

Las aguas del INAEM se van calmando. Pérez de la Fuente ha respirado hondo después de su confirmación. A pesar de la malograda visita de la vieja dama, -y mal que le pese Galán, que encima va de mentor suyo-, proseguirá cuatro años más al frente del chiringuito CDN. Al citado galán, que ya no va a mandar tanto como le gusta, cualquier argumento le sirve para cabrearse. Pero lo peor de todo es la insobornable "discreción" de Santolaria, una sustituta eficaz y documentada.

Y por si fuera poco me soplan que los llamados "técnicos de maquinaria" del INAEM han amenazado con dejar a oscuras el Festival de Teatro de Almagro. Suena a simbólico, tal y como están las cosas...

Miren que hace calor, pues da lo mismo. Las editoriales siguen elevando la temperatura de sus abandonos y sus fichajes. Esther Tusquets y Basilio Baltasar han demostrado que nada es eterno... y menos aún en el mundo sísmico de la edición. Todo queda listo y preparado para la rentrée, que también tendrá su cese. Cese, y boda por todo lo alto.

El Tribunal de Cuentas escurre un informe de 1997 sobre las finanzas de la Biblioteca Nacional. ¡Qué oportunos! No contaba Juaristi con este "bucle" nada melancólico. Parece que hay que meter mano en el asunto. De momento, tendrá bastante con meter en vereda a tanto personal ocioso que vaga por ahí sin saber qué hacer ni adónde acudir.

El culebrón González de Quirós no tiene nombre pero sí apellidos. Nadie le conoce ni nadie le llama para dirigir el ICAA. A pesar de todo, la ministra se va de la húmeda y canta sus apellidos en cualquier "encerrona" de periodistas. Yo, que presumo de tener línea directa con él, no lo daría aún por contratado. Ser o no ser... ese es el dilema, la cuestión y la pregunta. José Luis, esto sí que es un órdago a la grande.

Barenboim se fue tan encantado de su visita madrileña y de las insinuaciones que recibió que volvió boyante a su actual Berlín. O le dan allí los fondos que quiere o no renovará en el 2002. ¿Qué haría entonces? Pues depende de cómo estén las cosas por aquí y de que su gran amigo español le dé la venia. Ya saben, Alfonso Aijón, el pope de Ibermúsica.

Asombrosa, por cierto, la coincidencia de diseño entre la medalla a las Artes que le entregó la Comunidad de Madrid, firmada por Alberto Corazón -quien también dará imagen a la Orquesta de la Comunidad (como ven, con este Gallardón para qué quiere Corazón socialistas)- y el logotipo que aparece en muchos papeles del I.E.S.E. ¿Acaso ha sido pergeñado también por Corazón? Porque si no... ¿quién copia a quién?

Sigo con la Comunidad de Madrid, porque manda huevos. Fíjense: su presidente estuvo en Hannover para ponerla de largo en la Expo, a la Comunidad, digo.Y entre las actividades programadas figuraba un recital musical, ¿adivinan de quién? Es de perogrullo: de Rosa Torres Pardo, su pianista favorita, la de siempre. ¿Es que no hay más artistas madrileños? Porque Torres Pardo, además de estupenda pianista y mujer de alto cargo socialista, parece ya funcionaria de la Consejería de Cultura. Les daré datos y cifras próximamente para que me crean.

"Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo". Así empieza la supuesta despedida escrita por García Márquez que circula por internet. Dicen que es falsa pero, falso o no, me recuerda demasiado a ese otro poema apócrifo, supuestamente de Borges, llamado Instantes: "Si pudiera vivir nuevamente mi vida/ En la próxima trataría de cometer más errores/No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más..." Vamos, lo que se dice auténtica y genuina prosa mortuoria que más de un alto cargo recién descabalgado podría imitar: "Si pudiera seguir mandando, no perdonaría..."