Image: Camus, Barga, Noa

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Opinión

Camus, Barga, Noa

Por el camino de Umbral

20 septiembre, 2000 02:00

En este comercio de citas, que es como una filatelia de la cultura, el menos citado es Ramón Gómez de la Serna, cuyas greguerías eran pura cita. ¿Por qué no se las sabe el pueblo? Porque el pueblo busca la cita provechosa, como si fuera un refrán, la cita moral y admonitoria.

Martes.

UNA manera de quedar: escribir en citas. Voltaire, Napoleón, Albert Camus. Releo el tomo 2 de los Carnets de Camus, que fue el pensador olímpico de los 60, y todavía aguanta en ventas. ¿Por qué? Porque escribió en citas, como Nietzsche, muy superior a él.

Una cita, en literatura, se difunde tanto como una calumnia o una acacia en Madrid, como decía don Manuel Azaña. La cita permite fingir una cultura al que no la tiene. Creo que incluso hay libros de citas. Yo cito a un tío cuando me viene una cita suya desgregada de un denso párrafo. Pero los libros y los periódicos están reventones de citas fingidas. Los más citados son los profesionales del género: Pascal, La Rochefoucault, el citado Nietzsche, Napoleón, Bernard Shaw, Wilde, Borges y Campoamor. En este comercio de citas, que es como una filatelia de la cultura, el menos citado es Ramón Gómez de la Serna, cuyas greguerías eran pura cita. ¿Por qué no se las sabe el pueblo? Porque el pueblo busca siempre la cita provechosa, como si fuera un refrán, la cita moral y admonitoria. Las citas/greguería de Ramón, puramente líricas, no las conoce nadie, afortunadamente para él. Otra cosa es la poesía: un verso pegadizo se queda solo y para toda la vida. Todo lo contrario del citadizo es Anson, que te coloca el poema entero. Esto es saber, quien lo probó lo sabe.

Jueves.

CORPUS Barga, "el escritor y su siglo", exhumado por Arturo Ramoneda. 469 págs. Corpus se llamaba Andrés García de la Barga y era tío de Ramón. Se puso Corpus porque había nacido el día del Corpus. Estos rojos españoles de cuando entonces es que eran muy raros y tenían todos el ramalazo católico. También mi musa de un tiempo, Dolores Ibárruri, se puso Pasionaria en su primer artículo, que es flor de Semana Santa, y luego la derecha pensó que era el apodo libertino de una pasional con los hombres. Los apodos, como las citas, pueden hacer o deshacer una biografía.

Corpus me escribía desde el exilio, Universidad de San Marcos, Lima, donde era director de la escuela de periodismo. Una caligrafía confusa y anciana, en violeta, que elogiaba mis artículos. Cuando vino a Madrid iba de chapiri, enfisema, zapatillas de cuadros y sabiduría. Paseábamos por Lista, hoy Ortega, y tomábamos algún café:
-Yo miro mucho a las mujeres, Umbral, la pasión por la mujer nunca se pierde.
Me llamaba todos los días para quedar por la tarde. Pero luego debió acogerle el núcleo duro del felipismo intelectual y le dirían que yo era un fascista sanguinario, porque no volvió a citarme cuando hablaba de la nueva literatura española. Se lo dije a Javier Pradera:

"MIra, Javier, yo no digo que los viejos sean unos cabrones, pero la vejez es una cabronada". El gran prosista que fascinaba a Juan Ramón murió a tiempo. Yo no fui a su entierro, claro.

Sábado.

NOA en concierto. Madrid/La Riviera. Canta Otra vez. Noa tiene el pelo rizado y liso, con culebrillas por el rostro, los ojos dulcemente cerrados, la nariz sensual, la boca grande, el cuello largo, un encanto que le baja hasta el escote o le sube del escote. Noa.

En la fascinación de Noa o por Noa entra mucho el escenario. La Riviera, riberas hortera del Manzanares, Puente de Praga, de un gótico municipal, que se merece otro río. Este puente es el paso del Madrid caliente a la carretera de Extremadura, con prosistas lujosos y boxeo femenino, donde las chicas se revuelcan en el barro y se golpean impíamente las tetas. Yo he sido cronista de eso.

En La Riviera se agarita a veces Pedro Almodóvar, en la parte alta de los billares, preso de la melancolía del feo, el hombre feo que él es, feo y glorioso, pero feo. La noche, un septiembre que se resiste a morir, como una vieja soprano, un Madrid adonde no llega el organillo, pero sí el órgano de la Almudena, despertando de madrugada a los que duermen sus pecados, a las que duermen sus caprichos. Puede que haya sido el escenario, puede que haya sido la voz, pero me he enamorado de Noa. "Otra vez". Noa. Y así lo firmo para que conste.