Opinión

Órdago a la grande

7 marzo, 2001 01:00

Después de consolidar la ñ en internet lo más importante en la red cultural (la electrónica y la eléctrica, que echa chispas) ha sido la puerta abierta de Masoliver. Esta semana, segundo capítulo a petición popular. Otra traca ha sido la edición inexistente de Caballero Bonald, el catalán de Woody Allen y el rictus de Agnes Baltsa, más tieso que el Círculo del Liceo.

Miguel ángel Cortés y Luis Alberto de Cuenca siguen jugando al Excatergorix. Esta semana Cortés ganó una batallita colocando sus fichas en la Casa de América, empeñado como está en ganar la partida. Mientras tanto, Luis Alberto de úbeda sigue por sus cerros de Cuenca entre versos, cómics y mitologías. ¿Le aceptará Cortés "poeta" como enemigo de compañía? No sé, esto de los juegos de mesa nunca ha sido lo mío.

Alucinados se quedaron los del Cervantes de Nueva York al ver aparecer a Woody Allen por la Muestra del Llibre en Català. No estuvo mucho rato: "Es que hago falta como público en un partido de baloncesto", se disculpó, dejando el salón del instituto repleto de gente: "Ignoraba que hubiera tantos intelectuales en NY". Allen soltó por allí varias de sus perlas."¿Es posible difundir en Estados Unidos la cultura catalana?", le preguntaron; "Teniendo en cuenta que no se ha difundido la cultura estadounidense...".

No se confirmaron los rumores. Se decía que el premio Planeta dejaría de ser de novela para concederse al mejor libro de haikus, pero no. La sorpresa es que la dotación sube a cien millones. Ahora sí que sí. Ahora José Manuel Lara Bosch planta cara a Carmen Ballcels con esos contratos tan jugosos de tres cifras que parecían exclusivos de la agente. Menudo órdago a la Grande. A la Mamá Grande, digo. Lo mejor es el crujir de dientes de tantos escritores ansiosos que se apresuraron a ganarlo años atrás, y el de los que, por no esperar unos meses, han publicado ajenos al sistema solar de Lara. Pronto les contaré a quién quieren dárselo.

Recién salido del horno tienen en Francia el diario inédito de Paul Morand, donde se confirma lo que se sabía: que el patrono de los viajeros era misógino, homófobo, racista, antisemita... Si es que no hay como viajar para acabar con los prejuicios, ya lo decía él mismo. En fin, hagamos como siempre; miremos a otro lado, echémosle la culpa a la época, y sigamos disfrutando de sus libros... Escribe el uno de junio del 68 en ese diario: "He tenido siempre más influencia de la que imaginaba sobre mis contemporáneos. No por mi obra, ni por mi presencia, ni por mi carisma; sino por la imagen (generalmente falsa) de mi leyenda". Pues eso.

Pronto estará en las librerías un nuevo libro de poemas de Seamus Heaney: Electric lights será su título. Nuevos poemas tras su aclamada traducción del Beowulf, de la que había ejemplares firmados por Heaney hasta en los supermercados de Brighton. Se le debe haber quedado la mano tonta. Servidumbres del Nobel..., como las que van a traer a Derek Walcott a España al menos tres veces en los próximos meses.

Me dicen que Masoliver Ródenas vive oculto como Rushdie tras la fatwa y que sólo la epidemia de fiebre aftosa impide que turbas de críticos y escritores se hayan plantado ya en Londres para acabar con él. Los primeros, Nacho Gurría o Rafael Marqués, el crítico que presta libros que ha reseñado pero no leído, y Gracia Pasada, Gracia Pesada o Gracia Pisada, del que afirma que " cada uno de los nombres reflejaba aspectos de su personalidad". O Javier Manías: "le pusimos de portero y nos dijo que le molestaba tanta gente gritando. [...] Entonces le pusimos de defensa y nos dijo que él no estaba dispuesto a estar a la defensiva. ]...] Entonces le pusimos de medio. Le irritó sobremanera".

Que no, que Caballero Bonald nunca escribió tal libro, ni siquiera en edición para amigos, como dice cierta revista del 55. Lo que ha escrito (saldrá en Alfaguara, por cierto, y no Anagrama, donde solía) es el segundo tomo de sus memorias, La costumbre de vivir.

Nuestros músicos empiezan a parecer los de la película de Fellini "Ensayo de orquesta". Miren por donde los de la Sinfónica de Bilbao, que intervenían en el ensayo de "El cazador furtivo" de la Abao, abandonaron el escenario a muy pocos minutos de terminar la ópera porque era ya la medianoche. Lástima de escopeta con balas fundidas por Samiel, el diablo, pensó sin duda Anton Reck, el director de orquesta.

Y ya que estamos con ópera alemana vámonos a Parsifal con la Kundry griega de Agnes Baltsa. Me cuentan que en Madrid está dando menos problemas que en Barcelona, en donde para que fuese una buena chica tuvieron que recurrir a la capacidad de convicción de un apuesto bombero.