Image: Gatos de Madrid, gatos de Londres

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Opinión

Gatos de Madrid, gatos de Londres

Por el camino de Umbral

27 junio, 2001 02:00

¿Y el hombre? El hombre es como si estuviera hecho a última hora, con prisa. Mientras que los animales son la dimensión carnal de un solo rasgo, el hombre es una confusión de vicios y virdues, de pecados y heroísmos, de gracias y torpezas. El pecado original del hombre es su confusión, su contradición, su revés

Junio. Viernes, 15

La paloma de yeso vivo bebe en la fuente abultando su pecho. La urraca suntuosa y miserable baña su smoking blanco y negro en la fuente. El gorrioncillo civil y madrileño toma el sol a la orilla del agua, como un pobre que lo tiene todo.

Los animales son perfectos porque cada uno se define por una cualidad. Maternidades burguesas de la paloma. Elegancia peligrosa de la urraca. Gris sucio y pobre del callejero gorrión que tanto amo (el que más entre los pájaros, el que asistió desde la acacia a mi traicionada etopeya madrileña). Podríamos seguir toda la serie animal y encontrarle a cada bicho su rasgo intacto. Lo que hace puro al animal es esa virtud única o ese pecado glorioso. Ahí está su pureza y por eso les amamos: perdón, les amo.

¿Y el hombre? El hombre es como si estuviera hecho a última hora, con prisa. Mientras que los animales son la dimensión carnal de un solo rasgo, el hombre es una confusión de vicios y virtudes, de pecados y heroísmos, de gracias y torpezas. El pecado original del hombre es su confusión, su contradicción, su revés. No quisiera uno que todo esto sonase a apólogo moral del XVIII (habiendo leído mucho a Voltaire), de modo que no voy a poner a los pájaros como modelo imposible de los hombres. Sólo digo que lo que en el animal está logrado, (y por eso su anatomía es perfecta), en el hombre está accidentado y deficiente: véase Bush.

Junio. Miércoles, 15

Un crítico lo dijo de mí hace muchos años: "Lo que no sabe Paco es escribir mal". Hoy he tenido que dictar una carta familiar, casera, y he tardado una hora en lo que habitualmente sería un cuarto.

Qué difícil llegar a la cosa -torre, muralla, figura histórica, río, bosque- y pasar de largo como el Espasa o como Azorín. Dejar el sujeto sin adjetivo, como los diccio- narios, o ponerle de adjetivo a la palabra su propio arcaísmo, como ponerle una armadura herrumbrada. Este último es el procedimiento de Azorín, con el que se aprende mucho, pero se siente poco. Ocurre que el escritor profesional con una escritura hecha, sólo tiene que sentarse a esperar el adjetivo insólito que deslumbra y desvela la cosa. Me lo dijo Miguel Delibes hace muchos años:
-A ti, leyéndote, no se te notan las pausas del tabaco, Umbral.

-Es que yo no fumo, Miguel.

Decía que toda escritura hecha y propia es ya un mecanismo que funciona pronto y bien. El sustantivo nos brinda el adjetivo, nunca el tópico. Y el complemento nos brinda la idea o la imagen: Doña Urraca en la Historia, murallas de Zamora, y mis urracas domésticas paseándose por la muralla de Zamora, de una en una, como reinas. ¿Quién rechaza estas asociaciones? Sólo el que no las lleva dentro. Qué difícil escribir mal, condena de quienes por vocación no escriben bien.

Viernes, 22

Gatos de Madrid, con sus garras de seda y sangre, gatos de la carretera, negros y ya extinguidos por el hombre. Gato común europeo, amarillo, de Madrid.

Príncipe persa de los mercados, bucanero de los lagos, harapo de los solares, amor de los escritores. Hay matanzas de gatos en Madrid, exterminio de gatos y de perros. Ninguna ley protege a los felinos, a este felino que ahora gime a mis pies, cínicamente. Paul Johnson escribiera sobre los gatos de Londres debajo de los puentes, "siempre enredados en sus silenciosos asuntos". En Londres parece que respetan más a los gatos, cuidan de que la infancia, esa talibanía, no los apedree o los ahorque. Y ellos, los gatos, siguen "a sus silenciosos asuntos", salvo que aparezca la sufragista con chapiri a echarles delicias de los mercados cercanos.

Los gatos de Madrid, libres y extraviados, tienen detrás de ellos a las verdes, que les han conseguido en el Canal de Isabel II casetas y cobijos, comida y comunicación. El gato es el animal más inteligente de la creación, pero también el que más rápidamente puede volver al salvajismo. Gallardón, Manzano, etc., se cuidan algo de las putas latinochés, pero se cuidan menos de los agudísimos gatos que incluso tienen su Cruella de Vill, como los dálmatas, solo que funcionaria.