Image: Motherwell

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Opinión

Motherwell

10 abril, 2002 02:00

Robert Motherwell, "Pancho Villa, vivo o muerto" (1943)

Dentro del grupo europeo Motherwell (un artista que está ya entre los muertos y vivos perdurables de la gran creación americana) descubre a Matisse, el negro de Matisse, porque el francés, millonario de los colores, en realidad hace reinar el negro en su pintura

En principio fue el estudio, un estudio con el suelo lleno de cuadros, como si fuesen alfombras, y un reloj que marcaba la una menos cuarto. "Soy un pintor antes que nada, un pintor; y al nivel más profundo, un pintor, un viejo obseso del pincel. La pintura es el centro emocional de mi ser y en el mejor de los casos mi más profunda expresión". Pintor, profesor, conferenciante y periodista; ha desempeñado el papel de portavoz de su propia generación e incluso del arte moderno. Es el artista fundador de la Escuela de Nueva York y licenciado en filosofía. Un artista que está ya entre los muertos y vivos perdurables de la gran crea-ción americana. Hijo de un banquero, tuvo que pintar contra su propia biografía. En Nueva York convive con los grandes surrealistas europeos. Lo suyo no es el surrealismo pero comprende que hombres como André Breton constituyen el ecosistema humano dentro del cual puede crecer y formarse un pintor surrealista. Por edad y afinidad se siente muy vinculado a la República Española y a la guerra civil. "Pequeña cárcel española", de 1941, lleva dentro de sí la bandera de España, cosa que, según algunos, no gustó mucho a Breton, que no era partidario de utilizar este tipo de símbolos elementales en la pintura ni en la escritura.

"El grabato no es un estilo sino un proceso por el que se revela nuestro propio ser, voluntariamente o no, en lo cual está precisamente la originalidad, esa carga del individualismo modernista. Kafka o Picasso eran maneras de ser que sólo podían organizarse a través de una formidable maestría artística". Dentro del grupo europeo Motherwell descubre a Matisse, el negro de Matisse, porque el francés, millonario de los colores, en realidad hace reinar el negro en su pintura. El artista americano encuentra en el negro de Matisse todos los matices del negro y a partir de ahí desarrolla sus grandes murales y su "Elegía a la República española". El garabato, decíamos. Motherwell sublima el garabato, se realiza en él, lo pone al lado del rojo celestial de su amigo Pollock, encabeza la pintura americana en aquellos años 40 en que nacía la abstracción como una culminación, y no una negativa, de la pintura total. El artista siempre opinó que en Europa no se valoraban suficientemente las cosas porque Europa tiene muchos siglos de arte, pero en América hay que salvarlo todo, hasta el garabato, porque estaban empezando. "El Nueva York de los años 40 era una rara mezcla de Cole Porter y Stalin. De allí nació nuestra escuela". La vanguardia tuvo que luchar contra el realismo y Motherwell presenta alguna anécdota brutalmente surrealista en sus cuadros rojos y negros, que tienen una alegre desesperación y quizá hablan de amor.

En la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, por García Lorca, ve Motherwell una metáfora de la muerte de España. El pintor tenía veintiún años en 1936. Le fascinaba el "Negro Español" al que se refiere Rafael Alberti. De Alberti ilustró el libro A la pintura. La Guerra Civil española fue para aquella generación aún más importante que la de Vietnam para las generaciones siguientes. El artista fue tomado por staliniano, ah el hijo del banquero. En puridad, Motherwell y toda su escuela fueron unos anarquistas ilustrados (Motherwell escribía mucho), pero hoy sus grandes cuadros y murales están en los museos capitalistas en los pincipales Bancos. La síntesis de Motherwell nos la dan el blanco y el negro. Le bastó con esos dos colores para encerrar la pintura y salvar toda la monumentalidad de su creación. Es el negro de Matisse, invisible para tantos, un negro habitado de mil colores, y el blanco de los muros de España, como él confiesa, la luz y el espesor de esas paredes de cal donde está toda la genialidad muda del pueblo español, Grecos y Zurbaranes enjabelgados por la brocha albañil de un campesino. Motherwell traslada esas dos mercaderías, el blanco y el negro, desde la sonrisa de París y el mutismo de España hasta los estudios en llamas y las grandes galerías de los judíos de Nueva York.