Image: Últimas palabras con olor a Ajo

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Opinión

Últimas palabras con olor a Ajo

28 octubre, 2004 02:00

De izquierda a derecha, Javier Rioyo, Sandra Cisneros, Rosina Gómez-Baeza y Richard Ford

El talante da para mucho, incluso para presentar libros. Las sombras de la millonaria Memoria de mis putas tristes de García Márquez. Vuelve el Ajo, cargado de nostalgia y revolución. Alcalá, capital mundial del cuento. Comienza la fiesta de ARCO y sus polémicas. El Extravagario de Rioyo, nocturnidad y talento.

Es García Márquez, la historia pasa allá en la lejana Barranquilla y más o menos en los difusos 50, y es una novela (a mí, por cierto, me ha recordado más al Svevo de La historia del buen viejo y la bella muchacha que a Kawabata). Pero si no la hubiera escrito el Nobel colombiano ¿se hubiera quedado todo el mundo tan tranquilo ante una historia que ve con naturalidad que un viejo decida celebrarse desvirgando a una niña de 14 años? La literatura es la literatura, me dirán; pero ¿de qué sirve una literatura sin moral? Este no es un asunto baladí...

Lo de menos es que los dos escritores argentinos desplegaran la otra noche esa displicencia tan irritante. Nada brillante hubo como para que nos estorbara su desgana. Lo de más es que el Extravagario de Javier Rioyo se ha instalado en la 2 de TVE con dignidad, poca nocturnidad y alevosía. O sea, rara avis. Si el periodista-director logra además ser extravagariamente desobediente y plural... pues eso, enhorabuena.

Se presentó en la Biblioteca Nacional la versión siglo XXI de Ajoblanco, el Ajo. Olía, ya se pueden imaginar, a nostalgia y revolución. Vuelve con energías renovadas, con un amplísimo equipo directivo (once, capitaneados por Pepe Ribas), sin renegar de lo que fueron pero con ánimos renacidos e ideas adaptadas a los nuevos tiempos. Esperemos que tenga una larga vida. Valentía no les falta: será una revista sin publicidad. Cada tres meses comprobaremos cómo sigue la aventura.

México celebra estos días los 70 años de uno de mis raros favoritos, Gabriel Zaid, que prefiere que se conozcan sus libros, y no a él, al punto de que no existen fotos suyas, no da entrevistas y no asiste a sus homenajes. O sea, nada que ver con tanto impostor con libro a cuestas como pulula en España. Y es que, como reza el poema que va a reproducirse en más de 5.000 carteles por todo el país: "Una tarde con árboles,/ callada y encendida./ Las cosas su silencio /llevan como su esquila./ Tienen sombra: la aceptan./ Tienen nombre: lo olvidan".

Un consejo para "artistas": por favor, no se me mueran sin consultar el Diccionario de últimas palabras (Seix Barral) del alemán Werner Fuld si quieren tener un final epitáfico. Para que la Parca no les pille con el ingenio "en cueros" váyanse entrenando desde ahora y consulten la divertidísima obra de Fuld, una antología de últimas palabras -encontrarán nombres como Byron, Flaubert, Marco Aurelio y Hegel- que les servirán de inspiración (en caso de agotamiento de ingenio pueden copiar) para que no les pase como a Walt Whitman, tan preocupado por un bello epitafio que ante la falta de inspiración murió exclamando: "¡Mierda!".

Nubes de sospecha se ciernen una vez más sobre el comité de selección de ARCO, que preside Rosina Gómez-Baeza. Acaba de reunirse y la primera selección para 2005 ya está hecha, así que, un año más algunas galerías respiran tranquilas, pero para otras la pesadilla (que en algún caso se repite injustamente año tras año, a pesar de exponer a artistas elegidos por el Reina Sofía) no ha hecho más que empezar: toca reunirse, apelar a la justicia... Todo vale con tal de estar dentro.

Mucho cuento es lo que hay desde hoy en Alcalá de Henares, convertida en capital mundial del relato gracias a la International Conference on the Short Story in English que se celebra cada dos años en una ciudad del mundo. La de este 2004 es Alcalá, y está prevista la participación de Richard Ford, las chicanas Ana Castillo, Sandra Cisneros e Ishmael Rheed, que debatirán la salud (buena) del género.

Ya tenemos canon, aunque sólo teatral, del siglo XX, y de fuera. Vamos, que ha sido un hispanista italiano, Emilio Coco, el audaz que ha reunido en tres tomos lo mejor del Teatro spagnolo contemporaneo. Y apenas falta nadie: ahí están desde Buero Vallejo a Itziar Pascual, pasando por López Moro, Pallín, Ignacio Amestoy, Alonso de Santos, Cabal y Paloma Pedrero. A prueba de modas y sectarismos.

En el menú del talante cabe todo: el botillo, pasear por Europa del bracete de Blair y presentar el libro de un amigo quizás no muy leído, pero leonés al fin.