Opinión

Mis problemas con la comida

5 enero, 2006 01:00

Pere Gimferrer, Guillermo Arriaga y Gabriel García Márquez

El amor en vilo de Gimferrer, visto para sentencia. Richard Serra mantiene su idilio con Bilbao. Ponen Macondo en el mapa. El año del cine iberoamericano. Las artísticas vacas mexicanas, en peligro de extinción. El teatro anda cerrando balances mientras Angélica Lidell celebra sus inconvenientes culinarios.

Su Amor en vilo ya está visto para sentencia. Ciento cuarenta y siete poemas y doscientas veinte páginas ha necesitado Pere Gimferrer para derramar cuerpo y alma sobre la amada. En marzo, el poeta publicará en Seix Barral el libro que, como un diario amoroso, ha ido escribiendo todos los días desde ese 12 de abril de 2004 hasta el 18 de diciembre pasado. Más poemas al fin de los que ha escrito en los últimos treinta años. Y en vilo. Eduardo Mendoza y Castellet ejercerán de presentadores, ya en abril, no sólo de ese Amor en vilo, (que nos conduce tan directamente al Alberti romano y a Pedro Salinas) también del libro en prosa que Gimferrer publicará al mismo tiempo y con la misma Clara.

¿Qué tiene Bilbao con Richard Serra, o viceversa? Desde que su serpiente inaugurase el Guggenheim bilbaíno en 1997, la relación entre el escultor y la ciudad del Nervión no ha hecho sino aumentar. En junio de 2005 su instalación La materia del tiempo pasó a ocupar la sala principal del centro y estos días, otra de sus grandiosas esculturas de hierro (Pentágono en sentido contrario al de las agujas del reloj, que así se llama la obra, realizada en 1987) irrumpe e interrumpe la entrada del Museo de Bellas Artes (situado casi frente al Guggenheim de Gehry). En fin, Serra al cubo.

Me cuentan que Lorenzo Silva tiene previsto desaparecer un tiempito sin que los inseparables guardias civiles Bevilacqua y Chamorro le persigan, que Carlos Ruiz Zafón se ha escapado a California, y que Antonio Muñoz Molina está terminando una novela que dará que hablar...

A Macondo, el territorio mágico de García Márquez, le queda poco para seguir existiendo sólo en la imaginación de los lectores de Cien años de soledad. El culpable es el alcalde del pueblo natal del Nobel colombiano, dispuesto a cambiar el nombre de Aracataca para que los turistas la descubran en sus peregrinaciones culturales. Ya saben, si hoy es martes, esto es Macondo, y si es jueves, la Sevilla colombiana.

Los empresarios de teatro andan estos días cerrando balances y preveen buenos resultados para el 2005, al estilo del 2004, cuando las taquillas recaudaron 183 millones de euros. Una cifra muy superior a los 92 millones que obtuvo el cine, mucho más subvencionado y promocionado. ¿Por qué? Que se lo pregunten a Carmen Calvo, que tiene al empresariado teatral cabreado por decir que en este país el que hace teatro es gracias a los presupuestos del Estado.

Hay confidencias que es mejor no hacer, sobre todo si uno se gana la vida vendiendo libros. Me explico: acaba de publicarse El libro de las mentiras, de Aro Sáinz de la Maza (RBA), y ahí se encuentra la historia verdadera de un mentiroso precoz que a los once años se inventó un atraco para justificar una herida casual en un brazo. Y no sólo dan el nombre y apellido del trolero (Octavio Botana), sino que se explica que trabaja en el servicio de prensa de una importante editorial. Que es -¿lo adivinan?- la propia RBA. ¡Cómo para fiarse cuando recomienda un libro o anima a un autor!

El cine en español tuvo un año increíble en 2005, con seis nominaciones al Oscar y dos triunfos sin precedentes. Además de las estatuillas conquistadas por Mar adentro de Amenábar, y por Jorge Drexler (Oscar a la mejor canción), el mexicano Guillermo Arriaga obtuvo el premio al mejor guión en Cannes, por The Three Burials of Melquíades Estrada. La película del mexicano Luis Mandoki Voces inocentes fue estrenada con éxito en Estados Unidos y la última cinta del brasileño Fernando Meirelles, El jardinero fiel, fue elegida la Mejor Cinta Independiente del año en Inglaterrra y este mes opta a dos Globos de oro, incluyendo el de mejor director. Y estén pendientes de 7 Vírgenes, que conquistará pronto EEUU.

La próxima semana, Angélica Lidell leerá en Madrid Mis problemas con la comida, obra con la que ganó el premio de Teatro de la SGAE. La también directora y actriz tuvo un inicio brillante, erigiéndose como una de las voces más singulares; tras varios títulos desiguales, hay que confiar en éste que sus compañeros de profesión acaban de premiar.

Pobres vacas, después de exponerse en el mundo entero, recalan en México y les quitan las patas, les dañan la cola y las tiran a una fuente. Vamos, que desde la inauguración del CowParade, 28 de las 200 vacas han sido llevadas al matadero. Total, una carnicería.

PD. ...Y que la fuerza les acompañe, con los versos de la antología de poetas jóvenes que prepara El Gaviero.